EL
SÉPTIMO SELLO
Intro.
Encontrar la
perfecta armonía puede llevarnos toda una vida. Encontrar la poesía en el
horror de nuestra muerte puede volvernos insanos… o tal vez tan racionales que
no parecemos creer en sentido alguno. Pero al igual que las piezas del ajedrez
nos movemos con tanta elegancia y coordinación, puesto que incluso en la
derrota bailamos hacia el gran final y hacia los múltiples cuestionamientos
sobre nuestra existencia. Vivir con miedo pero vivir intensamente hasta que
seamos esa cuerda humana que se desplaza en cánticos llenos de remordimientos.
Cuerpo.
El cine sueco
en su mayor esplendor es el reflejo de las obras de Ingmar Bergman. El
talentosísimo director es una muestra de temáticas juveniles que le fascinaban
y le atormentaban al mismo tiempo, logrando progresivamente crear obras de
cuestionamiento social hasta llegar a la incertidumbre sobre la existencia
humana, combinado todo ello con las dificultades de crecer en muchas etapas.
Bergman lograría así un cuerpo de trabajo interesante y de una firma propia
única, lo que lo convertiría en uno de los directores más excelentes de su
época y de influencia total. En una carrera de 45 filmes, Bergman comenzaría a
mediados de los cuarenta llegando a un punto de esplendor internacional en un
solo año, 1957, donde dirigió dos de sus películas más trascendentales: El
Séptimo Sello y Las Fresas Salvajes.
Para finales
de los años cincuenta, Bergman contaba con variados dramas que encontraban
mayormente medianas y positivas respuestas por público y crítica. Se hizo de un
nombre en su país natal gracias a sus diversas producciones y por contar con un
grupo central de actores, los cuales serían asiduos en sus producciones y estos
ganarían fama gracias al director sueco. Para El Séptimo Sello, Bergman adaptó
su propia obra teatral, Pintura en Madera, y a pesar de las dificultades
financieras y temporales pudo lograr el apoyo de la Svenk Filmindustri, con los
cuales ya había realizado la mayoría de sus producciones.
La película
cuenta en el rol principal al talentoso Max von Sydow. El actor sueco
colaboraría en once filmes con el maestro Bergman y tendría en esta su despegue
internacional y una carrera de setenta años donde realizaría 150 películas.
Sydow con su rostro inmutable y su frialdad metódica sería ideal como el
escéptico Antonius Block. Su escudero sería representado por Gunnar Björnstrand, un
frecuente de Bergman quien sería parte de sus dos producciones de 1957. La
pareja de esposos errantes estarían representados por Nils Poppe y Bibi
Andersson. Poppe sería una elección arriesgada, ya que el actor era más devoto
a la comedia pero realiza un trabajo más que aceptable. Por su parte, Bibi
Andersson, una más de la compañía de Bergman y su pareja en esos momentos, es
la versátil Mia, quien se debate ante los extraños sucesos a partir de la gente
que le rodea. En otros roles está la muy cumplida Gunnel Lindblom y en el rol
de la muerte, Bengt Ekerot.
El
Séptimo Sello es la desesperada odisea del caballero Antonius Block, quien ha
vuelto de las cruzadas en búsqueda de un signifcado a todo lo vivido.
Rápidamente se encontrará con la muerte a la cual reta a una partida de ajedrez
antes de encarar su destino final. En este proceso conocerá a diferentes
personas, con las cuales tratará de indagar el significado de la vida y de Dios
mismo. Su fe será puesta a prueba mientras busca un acto de bien antes de
desaparecer. Los temas bergmanianos están en todo su esplendor: el cuestionamiento
por la vida, la nostalgia del pasado, el miedo a la muerte, la soledad, la
futilidad de los actos humanos, el desinterés humano. La película busca llenar
el vacío que deja la imposición de una religión impuesta pero nos deja con la
misma duda humana de qué hacer cuando existe falta de fe. Bergman siempre se
basó en sus propias experiencias para realizar sus obras y si bien sus temas se
ven envueltos en la ambientación de la Edad Media, sirven con una misma fuerza
y con gran creatividad ante la constante presencia de una muerte inevitable.
Esta
sería la película que lo pondría a Bergman en un estante internacional. Su gran
capacidad para dirigir, conocida y valorada en Suecia, se vería expandida en
Estados Unidos, Inglaterra y Francia, sobre todo. La película tendría una
notoriedad que se incrementaría con los años siendo considerada una obra de
arte en toda medida y una de las más grandes películas de todos los tiempos. Su
imagen y sus temáticas inspirarían a generaciones a venir, expandiendo sus temas
a la problemática humana de la convivencia y siendo un referente en este tipo
de dramas, más aún cuando ese mismo año lanzara su inconmensurable Las Fresas
Salvajes. Bergman es uno de esos directores (como Kurosawa, Tarkovsky o
Hitchcock), que tendría una firma propia y cuyas presentaciones partieron de un
pathos particular en donde Bergman cuestiona la existencia de Dios más que nada
por miedo a la muerte, entendiendo que la fe ciega del hombre no puede ser resuelta
en almas confusas, las cuales solo les queda contemplar y esperar resignado su
destino.
Datos.
Título
Original: Det Sjunde Inseglet
Dirección: Ingmar
Bergman
Año: 1957
País: Suecia
Intérpretes: Max von Sydow, Gunnar Björnstrand, Bibi Andersson, Bengt
Ekerot, Gunnel Lindblom, Nils Poppe, Inga Landgré, Ake Fridell, Inga Gill, Erik
Strandmark, Bertil Anderberg, Maud Hansson, Gunnar Olsson, Anders Ek, Benkt-Ake
Benktsson, Gudrun Bost, Lars Lind, Tor Borong
Duración: 96 min.
No hay comentarios:
Publicar un comentario