ZVENIGORA
Intro.
La historia de la tierra es la historia de todos los tuyos. Los puedes
ver crecer, envejecer y morir. Los reconoces pero no puedes encontrar
características similares en tu rostro o en tu entorno, son personas que no
comparten ninguna sincera afinidad contigo. Pero son tuyos. Cuando has olvidado
todos eso retazos de historia, todos esas fotografías que parecen haber sido
colocados entre tus piernas por el viento, entonces es cuando entiendes algo.
Entiendes tu vejez, y finalmente entiendes tu historia. Esa tierra de donde
brotan frutos que alimentan a tus niños es aquella tierra que te vio
alimentarte como niño. Entre tus canas y tus arrugas has reconocido todas esas
imágenes y todas esas personas cuyas voces son ahora silenciosos lamentos. Has
olvidado todas tus sombras reflejadas en tus actos. Has olvidado los besos de
tus antecesores, creyendo que eras un joven idealista cuando eres el natural
desenvolvimiento de una historia que no termina y que se mantiene en círculos.
Eres alguien con tu historia en tus últimos momentos… pero en estos últimos
momentos no puedes ser más feliz, estás abandonando el acto de respirar con
todos los tuyos entre tus brazos.
Cuerpo.
Antes
de la mítica Tierra (1930), Alexander Dovzhenko comenzó lo que se consideraría
después su trilogía sobre Ucrania. Siendo solamente su cuarta entrega
cinematográfica, Dovzhenko crea Zvenigora. Ante el escepticismo de muchos, como
nuevo director, como una nueva obra y por no promover directamente las
imposiciones del gobierno, la película fue vista como un ataque en contra del
régimen. A ello se suma la concreción de “monstruos” del cine soviético
encabezados por Eisenstein y Pudovkin. Toda la técnica del cine de propaganda
estaba en auge y Dovzhenko se vería en conflicto (como muchos de los directores
de su país) al enfrentar a la crítica y a la necesidad del gobierno en
controlar a sus artistas e imponer su política. Dovzhenko crearía pocas obras,
pero lograría un posterior redescubrimiento y su importancia dentro del cine
soviético mudo.
Dovzhenko
era de origen ucraniano, en esos momentos anexado al imperio soviético, y su
mayor preocupación en cuanto a las condiciones sociales estaba basada en la
pobreza de su región. Dovzhenko evitaría ser parte de los conflictos bélicos
debido a una dolencia cardíaca, siendo testigo de como la pobreza arrebataría
de su lado a la mayoría de sus hermanos. Su padre lo inclinaría por el estudio,
logrando que Dovzhenko desarrolle ciertas habilidades artísticas, lo que sería
influyente en sus primeros trabajos como director. Apenas con tres proyectos entre
1926 y 1927, Dovzhenko se aventuraría a dirigir Zvenigora. A pesar de recibir
apoyo en el guión, Dovzhenko imprimiría su propia firma en este rubro y dirigiría
la película con mayor control. La película no sería del agrado del régimen
político pero fue aclamada por su experimentación y su narrativa.
Zvenigora
es una película poco usual. Dentro de la narrativa de las películas de
propaganda de la Unión Soviética, Dovzhenko presenta su primera obra maestra
bajo la sombra de un Eisenstein que había asombrado al mundo con La Huelga
(1924), El Acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1927). Esto había logrado una
apertura internacional para el cine soviético. Sus técnicas de montaje habían
también comenzado el entendimiento de un cine intelectualizado, en donde el
director no era el mero constructor de una película sino la mente detrás del
arte, un artista con voz propia. Junto a Eisenstein, Vsevolod Pudovkin había
presentado Madre (1926) y el Fin de San Petersburgo (1927) y ese mismo año
culminaría Tormenta sobre Asia. El cine documental tenía su labor con Dziga
Vertov y sus contemporáneos, y también existían excelentes ejemplos de
experimentación por parte de directores como Boris Barnet, Evgeni Bauer, entre
otros. Si bien no lograría un éxito instantáneo con Zvenigora, Dovzhenko
lograría gracias a su trilogía, ser considerado uno de los grandes directores
de la etapa muda de la Unión Soviética.
Zvenigora
busca desafiar la narrativa tradicional. Su engranaje entre realidad y fantasía
no responde a ninguna postura antes lograda, sino que toma lo aprendido por
cineastas de los años diez y acopla todo en una nueva forma. El uso de los
modestos efectos especiales, así como el juego de cámaras en movimiento, la
cámara lenta, el montaje, la sonorización, son parte del cuidado de detalles
dentro de una idea fija, poderosa y sostenible como es la cultura de Ucrania.
Existe la necesidad de confrontar esta tradición con lo contemporáneo, y
Dovzhenko tiene este toque sensible y poético de demostrar como el sacrificio
humano y su perpetualidad en el tiempo son un mensaje para las generaciones,
pues si bien no buscaba que la película fuera un entendimiento totalmente
comprensivo de cada secuencia, si buscaba la reflexión, la profundidad del
espectador con respecto a al realidad en la cual vive. Es difícil mantener
alejado en esta entrega al creador poético del creador social pues es la
tierra, las costumbres y las personas en sí que hacen pueblos y que son partes
de la historia. Como un director preocupado de esta perdida de identidad,
Dovzhenko enfatiza en dicho punto, buscando calar en aquello que considera
importante, mal entendido o no tan claro como buscaba pretender ser el gobierno
en estas producciones, lo cual llevaría a que Zvenigora no gozara con un apoyo firme,
pero sí con la aceptación del público. Posteriormente y con sus dos otras
entregas de la trilogía, Dovzehnko se convertiría en uno de los referentes en
cuanto al cine de autor.
Datos.
Título
Original: Zvenigora
Dirección:
Alexander Dovzhenko
Año:
1928
País:
Unión Soviética
Intérpretes:
Semyon Svashenko, Nikolai Nademsky, Georgi Astafyev, Les Podorozhnij
Duración:
91 min.
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