jueves, 16 de octubre de 2014


ZVENIGORA




Intro.

La historia de la tierra es la historia de todos los tuyos. Los puedes ver crecer, envejecer y morir. Los reconoces pero no puedes encontrar características similares en tu rostro o en tu entorno, son personas que no comparten ninguna sincera afinidad contigo. Pero son tuyos. Cuando has olvidado todos eso retazos de historia, todos esas fotografías que parecen haber sido colocados entre tus piernas por el viento, entonces es cuando entiendes algo. Entiendes tu vejez, y finalmente entiendes tu historia. Esa tierra de donde brotan frutos que alimentan a tus niños es aquella tierra que te vio alimentarte como niño. Entre tus canas y tus arrugas has reconocido todas esas imágenes y todas esas personas cuyas voces son ahora silenciosos lamentos. Has olvidado todas tus sombras reflejadas en tus actos. Has olvidado los besos de tus antecesores, creyendo que eras un joven idealista cuando eres el natural desenvolvimiento de una historia que no termina y que se mantiene en círculos. Eres alguien con tu historia en tus últimos momentos… pero en estos últimos momentos no puedes ser más feliz, estás abandonando el acto de respirar con todos los tuyos entre tus brazos.





Cuerpo.

Antes de la mítica Tierra (1930), Alexander Dovzhenko comenzó lo que se consideraría después su trilogía sobre Ucrania. Siendo solamente su cuarta entrega cinematográfica, Dovzhenko crea Zvenigora. Ante el escepticismo de muchos, como nuevo director, como una nueva obra y por no promover directamente las imposiciones del gobierno, la película fue vista como un ataque en contra del régimen. A ello se suma la concreción de “monstruos” del cine soviético encabezados por Eisenstein y Pudovkin. Toda la técnica del cine de propaganda estaba en auge y Dovzhenko se vería en conflicto (como muchos de los directores de su país) al enfrentar a la crítica y a la necesidad del gobierno en controlar a sus artistas e imponer su política. Dovzhenko crearía pocas obras, pero lograría un posterior redescubrimiento y su importancia dentro del cine soviético mudo.




Dovzhenko era de origen ucraniano, en esos momentos anexado al imperio soviético, y su mayor preocupación en cuanto a las condiciones sociales estaba basada en la pobreza de su región. Dovzhenko evitaría ser parte de los conflictos bélicos debido a una dolencia cardíaca, siendo testigo de como la pobreza arrebataría de su lado a la mayoría de sus hermanos. Su padre lo inclinaría por el estudio, logrando que Dovzhenko desarrolle ciertas habilidades artísticas, lo que sería influyente en sus primeros trabajos como director. Apenas con tres proyectos entre 1926 y 1927, Dovzhenko se aventuraría a dirigir Zvenigora. A pesar de recibir apoyo en el guión, Dovzhenko imprimiría su propia firma en este rubro y dirigiría la película con mayor control. La película no sería del agrado del régimen político pero fue aclamada por su experimentación y su narrativa.




Zvenigora es una película poco usual. Dentro de la narrativa de las películas de propaganda de la Unión Soviética, Dovzhenko presenta su primera obra maestra bajo la sombra de un Eisenstein que había asombrado al mundo con La Huelga (1924), El Acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1927). Esto había logrado una apertura internacional para el cine soviético. Sus técnicas de montaje habían también comenzado el entendimiento de un cine intelectualizado, en donde el director no era el mero constructor de una película sino la mente detrás del arte, un artista con voz propia. Junto a Eisenstein, Vsevolod Pudovkin había presentado Madre (1926) y el Fin de San Petersburgo (1927) y ese mismo año culminaría Tormenta sobre Asia. El cine documental tenía su labor con Dziga Vertov y sus contemporáneos, y también existían excelentes ejemplos de experimentación por parte de directores como Boris Barnet, Evgeni Bauer, entre otros. Si bien no lograría un éxito instantáneo con Zvenigora, Dovzhenko lograría gracias a su trilogía, ser considerado uno de los grandes directores de la etapa muda de la Unión Soviética.




Zvenigora busca desafiar la narrativa tradicional. Su engranaje entre realidad y fantasía no responde a ninguna postura antes lograda, sino que toma lo aprendido por cineastas de los años diez y acopla todo en una nueva forma. El uso de los modestos efectos especiales, así como el juego de cámaras en movimiento, la cámara lenta, el montaje, la sonorización, son parte del cuidado de detalles dentro de una idea fija, poderosa y sostenible como es la cultura de Ucrania. Existe la necesidad de confrontar esta tradición con lo contemporáneo, y Dovzhenko tiene este toque sensible y poético de demostrar como el sacrificio humano y su perpetualidad en el tiempo son un mensaje para las generaciones, pues si bien no buscaba que la película fuera un entendimiento totalmente comprensivo de cada secuencia, si buscaba la reflexión, la profundidad del espectador con respecto a al realidad en la cual vive. Es difícil mantener alejado en esta entrega al creador poético del creador social pues es la tierra, las costumbres y las personas en sí que hacen pueblos y que son partes de la historia. Como un director preocupado de esta perdida de identidad, Dovzhenko enfatiza en dicho punto, buscando calar en aquello que considera importante, mal entendido o no tan claro como buscaba pretender ser el gobierno en estas producciones, lo cual llevaría a que Zvenigora no gozara con un apoyo firme, pero sí con la aceptación del público. Posteriormente y con sus dos otras entregas de la trilogía, Dovzehnko se convertiría en uno de los referentes en cuanto al cine de autor.





Datos.

Título Original: Zvenigora
Dirección: Alexander Dovzhenko
Año: 1928
País: Unión Soviética
Intérpretes: Semyon Svashenko, Nikolai Nademsky, Georgi Astafyev, Les Podorozhnij
Duración: 91 min.

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