jueves, 15 de diciembre de 2011


EXTRAÑOS EN UN TREN



Intro.

Algunas veces no podemos controlar nuestras bocas. Cuando no podemos controlarlas, después no podemos controlar nuestros actos. Después de ello llega el crimen. El crimen con sus vestimentas rasgadas, con sus famélicos rostros y con esa sensación… sí, la sensación de algo que te llena el cuerpo. Después de ello, todo es sencillo. Después de ello, eres voraz. Como la tendencia de una moda que no desea desaparecer, estamos en temporada de crimen y hoy no puedes dejar de lado tus manos inútiles. ¿Cómo racionalizamos esto? De manera muy simple. Coges un rostro perpetuado en tu mente como la molestia más grande que puedas tener y lo colocas como tu máximo objetivo. Después de ello, lo intercambias, lo intercambias como si fueras un niño escogiendo colorines. Ahora te sientas a esperar como queda la bonita figura. Esperas mientras caminas en las calles y fijas tu mirada en… cuidado, deja pasar al señor gordito, aquel que tiene una sombra conocida.




Cuerpo.

Alfred Hitchcock y su incursión en el cine cambiaron completamente la visión sobre dicho medio. El maestro del suspenso configuró un mundo en el cual creo un reconocimiento propio convirtiéndole así en uno de los más grandes directores de todos los tiempos, en un icono y en una figura descoyante que se asimila continuamente a las nuevas generaciones. Hitchcock es una institución dentro del mundo del cine y su aporte propuso un avance, una reinvención y una firma auténtica que no deja de atraer a cuanto espectador vuelve por primera vez su mirada al gran maestro inglés.



Para comienzos de los años cincuenta, Hitchcock había quemado etapas y había logrado el éxito. Pasó de las películas mudas a las sonoras en su natal Inglaterra con mucho éxito, lo que le permitió viajar a Hollywood. Los años cuarenta fueron muy prósperos y Hitchcock se estableció con su ya conocida firma. En este largo tramo ya nos había mostrado Los 39 Escalones (1935), La Dama Desaparece (1938), Rebeca (1940), La Sombra de una Duda (1943), Recuerda (1945) y Encadenados (1946), como sus principales éxitos. Extraños en un Tren marca su primera película de los años cincuenta continuando así con sus grandes producciones.




Extraños en un Tren cuenta con Farley Granger y Robert Walker como sus actores principales. Granger tuvo dos colaboraciones con Hitchcock, siendo la otra La Soga (1948). El actor americano nunca tuvo una carrera pareja, siendo estas colaboraciones con Hitchcock como las más resaltantes de su filmografía. Su primer éxito sería Los Amantes de la Noche (1949) de Nicholas Ray, lo cual llamaría la atención de Hitchcock para contratarlo. Después de ello se encontraría en muchos roles desfavorables hasta topar con Senso (1954) de Luchino Visconti. Sus roles serían cada vez menos y recaería en la televisión. Por su parte, Robert Walker tendría una corta carrera, teniendo en esta película su rol más destacado. Casado con Jennifer Jones, Walker tendría un agradable pero corto matrimonio. Al entrar al mundo del cine, Jones sería objeto de cariño del productor David O. Selznick y su amorío terminaría afectando decisivamente a Walker. El actor participaría en algunas películas conocidas hasta la llamada de Hitchcock para Extraños en un Tren. La increíble actuación de Walker se vería opacado por su súbita muerte en plena exhibición de la película debido a una combinación de alcohol y medicinas, ambas parte de su vida desde su separación con Jones.



Sería justo decir que muchas de las producciones de Hitchcock le pertenecen a su director, en el sentido que los actores bajo su mando suelen ser parte del efecto Hitchcock, aunque dentro de esta categoría debemos dejar de lado los grandes actores y actrices que por nombre propio han mantenido también una capacidad de interpretación dentro de los esquemas hitchcocknianos. Este es el caso de Cary Grant, James Stewart, Grace Kelly e Ingrid Bergman, por nombrar a los más destacados. El caso de Farley Granger, sin desmerecer al actor, es el caso de aquellos que logran acoplarse a los sistemas del director inglés y cumplir con una participación funcional. Hitchcock quería en este papel a William Holden pero el actor no aceptó. Debido a que Warner Bros. quería a sus estrellas como parte del filme, Hitchcock eligió a Granger puesto que ya había trabajado anteriormente con él. El caso de Walker es muy particular. Walker se adueña de su personaje, logra proponer dentro de un sistema cerrado, y favorecido por la riqueza del guión en sí, una interpretación fina y calculada. Su temprana muerte a los treinta y dos años nos priva de ver a un actor maduro y de grandes capacidades.




Extraños en un Tren es un filme de culto en todo el sentido de la palabra. Su futura influencia en el ahora ya tan conocido cambio de crímenes, en el cual dos personas deciden intercambiar su crimen para evitar cualquier sospecha, se ha hecho parte de numerosas producciones. A ello se le suma un producto calculado: dos personajes diferentes y a la vez representantes de dos espacios complementarios, buscando insistir en los temas psicológicos, en la necesidad de recrear un mundo en el cual una persona puede demostrar dos personalidades, siendo estas bien diferenciadas. Basada en la novela homónima de 1950 de Patricia Highsmith y con guión adaptado por Whitfield Cook, Czenzi Ormonde y Raymond Chandler, Extraños en un Tren se convertiría en una película de éxito logrado en gran medida por el cuidado en cada uno de sus términos. Parte de este logro se debe a Robert Burks, cinematógrafo de gran nivel siendo esta su primera de doce colaboraciones con Hitchcock. La música estaría a cargo de Dimitri Tiomkin, uno de los más grandes compositores de Hollywood. Trabajaría con grandes directores como Hitchcock, Zinnemann, Capra, Hawks, Huston, Nicholas Ray y sería nominado 22 veces al Oscar ganando en cuatro oportunidades.




Datos.

Título Original: Strangers on a Train
Dirección: Alfred Hitchcock
Año: 1951
País: Estados Unidos
Intérpretes: Farley Granger, Robert Walker, Ruth Roman, Leo G. Carroll, Patricia Hitchcock, Laura Elliott, Marion Lorne, Jonathan Hale, Norma Varden, John Brown, Robert Gist
Duración: 101 min.

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