LAS
REGLAS DEL JUEGO
Intro.
Las
divisiones de las sociedades son el excelente cultivo de un lenguaje, de
modales, de maneras intrínsicamente relacionadas con un distintivo sector. La
posición social es ese gran aliento de poder caminar conociendo algunos nombres
que tal vez antes no eran necesarios pero que ahora se convierten en nuestro
vocabulario habitual, como si fuera un juego de niños que se aprende para no
perder ante otros. Y cuando ya todos los personajes están en sus posiciones
para empezar el juego, alguien distintivamente y con mucha elegancia se levanta
y dice: “Ahora, damas y caballeros, vamos a dictar las reglas del juego…”.
Jean
Renoir es probablemente el director francés por autonomasia. Sus entregas, su
asociación con Gabin, así como su inmortalidad gracias a La Gran Ilusión y Las
Reglas del Juego lo han establecido como un autor dedicado y comprometido en
crear obras de arte con conciencia social y estilística, comprendiendo con
sensibilidad el sentimiento de la sociedad francesa de su tiempo. Renoir no es
solamente parte de una línea importante de artistas en su familia, sino que
logra distinguirse personalmente y con el gran orgullo de su cuerpo de trabajo
que respalda su creatividad en diferentes épocas del cine francés.
Las
Reglas del Juego es extrañamente una de los peores fracasos de Jean Renoir
cuando fue estrenada siendo casi de la manera más extraña y milagrosa su
reincorporación como una de las grandes obras del séptimo arte. Su estreno fue
tan estrepitoso que Renoir tuvo que modificarla en varias ocasiones para volver
a presentarla e incluso llegó a la instancia de querer destruir la película,
pero en cambio simplemente la abandonó, dejándola a su suerte. La película se
creyó destruida después de los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial, pero
paulatinamente elementos del filme fueron resurgiendo y una restauración de la
misma se empezó a elaborar. Tuvieron que pasar veinte años para que la
película, junto al apoyo de Renoir, pueda ser restaurada casi en su totalidad.
Las Reglas del Juego fue apreciada por público y crítica convirtiéndose
rápidamente en una de las películas más grandes de la historia del cine. Su
reputación fue ascendiendo en la lista de reconocidos críticos quienes no
dejaron de alabar la labor de Renoir, cuyo estilo sería analizado, estudiado y
copiado por algunos otros directores. A pesar de su gran decepción en su
tiempo, Renoir pudo gozar de la reinvención de su película y de ocupar su lugar
ideal como uno de los testamentos personales más originales dentro de la
historia del cine.
Para
1939, Renoir había logrado colocarse como el cineasta francés más importante de
su tiempo. La Gran Ilusión (1937) y La Bestia Humana (1938) lo habían
consagrado y a diferencia de estas dos producciones, ahora contaba con el apoyo
y el financiamiento necesario para el siguiente proyecto. Basado en el
naturalismo, Renoir quiso romper con esta tendencia y crear un filme fuera de
todo lo anterior que había creado. Es así como a partir de diferentes influencias
como Alfred de Musset, Molière y Beaumarchais, decidiría hacer una sátira
sobre la alta sociedad francesa. Deshinbido de todo tipo de censura y crítica,
la cual no esperaba, Renoir puso en libertad toda su concepción de un mundo
burgués desinteresado en sus contextos y con el solo pretexto de vivir como el
dinero te lo permite, sin pedir explicaciones o reparar en las consecuencias,
la película vendría a ser dominada por una frase: “Todo el mundo tiene sus
razones”. Renoir contó con la total libertad de creación, sin prever todos los
problemas que surgirían en su estreno.
Esta
total libertad le permitió a Renoir crear una escena bastante cruel para los
estándares modernos. Es la escena de la caza de liebres por parte de los
burgueses. Si bien Renoir lo filma con total naturalidad, sin exacerbar en el
morbo o en algún tipo de intencionalidad con respecto a la matanza de animales,
las escenas nos muestran exactamente eso, la muerte de animales a partir de
escopetas. La escena es controversial, debido a que no existe ninguna
referencia siquiera parecida en contra de animales y porque en ese tiempo tampoco
existía un código en contra de la crueldad contra animales en las películas,
algo que años después sería instaurado con total severidad y control. A ello hay
que agregarle la imagen que desarrolla Renoir sobre la burguesía. Si bien no
estamos en una película donde hay diferencias entre la moralidad y amoralidad
de cierto sector contra otro, la película demuestra una total falta de sentido
común, de sensibilidad y de humanidad por parte de todos los personajes, pero
ello es tratado de manera tan sutil y tan irrelevante, que nos encontramos ante
un universo de personas actuando según necesidad y dejando que los actos tomen
curso sin interesar cuando afectados puedan estar o no. Todo ello llevó a una
crítica desmedida contra Renoir pues su sátira no fue considerada sagaz en su
tiempo y los aspectos técnicos importantes del filme pasaron también a segundo
plano, sin siquiera ser relevantes en el proceso de visualización.
La
película cuenta con algunas apariciones destacadas y algunos habituales dentro
del trabajo de Renoir. El rol principal es para Nora Gregor, una actriz austrohúngara
(ahora parte de Italia), quien tuvo breves apariciones en el cine y cuyo rol en
Las Reglas del Juego se debe a un desligamiento de Renoir con los rostros
habituales del cine francés. A su lado, aparece Roland Toutain, otro actor no
muy conocido y que era gran amigo de Jean Marais. En roles menos prominentes
encontramos a rostros asociados con el cine de Renoir como Paulette Dubost,
Julien Carette, Gaston Modot, Léon Larive y Henri Cartier-Bresson, que forman
parte del sector laboral y servil dentro del mundo burgués. La alta alcurnia se
encuentra representada por Marcel Dalio, Mila Parély, Anne Mayen, Pierre
Magnier, entre otros. A resaltar la labor de Paulette Dubost y Marcel Dalio, en
sus mejores papeles y también de los protagonistas principales que tuvieron
pocos papeles en el cine. En los aspectos técnicos, Renoir se alejó del naturalismo
de La Bestia Humana para centrarse en un estilo poético. El uso de todo el
espacio es un ejemplo de ello, Renoir trata de darle importancia al fondo, que
existe un enfoque y uso total de los espacios, queriendo crear una sensación de
realismo. Inspirado por el teatro y los diálogos teatrales, Renoir explota el
realismo a partir de la sátira, otorgándoles sentimentalismo a sus personajes
en momentos sumidos de contradicciones morales y a la vez de acusar de falta de
sensibilidad cuando esta es comúnmente necesaria.
Renoir
logra establecer una cosmología única al atacar (lo que se consideró un ataque)
a la burguesía francesa y otorgarles una frialdad humoresca, pero que en
sentidos de un cine realista despliega cierta crueldad con respecto a la vida. Pero
ello es tomado de manera tan ligera y superficial que nos encontramos ante la
contradicción de un cine inusual, de una puesta en escena de algo que no
termina por convencer pero que en la realización del filme busca insistir que
estamos ante un mundo completamente diferente… y a la vez cruelmente real.
Estas peculiares características dentro de un mundo “desconocido” por parte del
público general francés, ya acostumbrado al cine de Renoir, fue chocante y poco
apreciado, no solamente por la temática sino porque Renoir estaba siendo
totalmente visionario, adelantándose a un cine estructural que a finales de los
años treinta no era entendido. A ello hay que sumar que es un esfuerzo nacido
antes de la Segunda Guerra Mundial en donde la contemplación de este tipo de
sátira quedaría totalmente enterrada, sin ninguna posibilidad de apreciación posterior.
La película tendría un final de acuerdo con su majestuosidad, logrando resurgir
de las cenizas y recobrando la posición merecida dentro de los más grandes filmes
de todos los tiempos.
Datos.
Título
Original: La Règle de Jeu
Dirección:
Jean Renoir
Año:
1939
País:
Francia
Intérpretes:
Nora Gregor, Paulette Dubost, Marcel Dalio, Roland Toutain, Jean Renoir, Mila
Parély, Anne Mayen, Julien Carette, Gaston Modot, Pierre Magnier, Pierre Nay,
Francoeur, Odette Talazac, Claire Gérard, Lise Elina, Eddy Debray, Léon Larive,
Henri Cartier-Bresson
Duración:
106 min.