domingo, 2 de noviembre de 2014


MÁS CORAZÓN QUE ODIO





Intro.

Las raíces son profundas. Cuando se mantienen por años son profundas y crecen incluso más allá de nuestra vista. En el inmenso panorama del pasado somos niños jugando a estar en un lado y otro, sin darnos cuenta de toda la violencia que mantenemos en nuestras propias palabras. A veces destruímos y matamos, sin darnos cuenta que aquellos muertos hoy, serán nuestros asesinos el día de mañana. E intercambiaremos juegos mientras que siempre pensemos en dos bandos y podamos salir a jugar y sonreír, matar y morir. Las profundas raíces no crecen en nuestra mente pero podemos sentirlas en cada paso, es parte de nuestro hogar y nuestra descendencia. Alguien siempre trata de evitar que hablemos sobre estas raíces, pero es imposible quitarte una careta y no saber que debajo existe un rostro, un rostro que representa toda una historia, la cual hemos contemplado tantas veces en otras vidas.






Cuerpo.

John Ford y John Wayne son un legado innegable en el mundo del cine y del western. El primero sería un autor por propio derecho, tomando a un género considerado menor, visto como simples aventuras entre un bando diferente a otro para transformarlo en entregas de total seriedad y profundidad, enfatizando el lado humano de sus personajes. A pesar de una notable parcialidad sobre sus orígenes, y por lo cual Ford sería duramente criticado, su tratamiento del western responde también a una mejor comprensión de todo lo que podía provocar el género, desde aspectos netamente visuales en cuanto a la escenografía, hasta la exploración psicológica de los personajes, reforzándolo gracias a grandes actores y a historias totalmente llamativas y bien trabajadas. El segundo es ya un ícono del cine americano y mundial. John Wayne es prácticamente una institución en el séptimo arte y su nombre está asociado con las mejores entregas que ha podido inspirar el western, ya sea desde una temprana edad hasta sus últimos años. Wayne es el Duque por excelencia y su capacidad de recrearse como una presencia en este género no puede ser discutida.





Más Corazón que Odio fue un proyecto ambicioso que llegaría a convertirse en uno de los mejores ejemplos del séptimo arte. Ford tomaría la novela de Alan Le May y plasmaría la historia de un rapto y un rescate envuelto en un halo de racismo que conllevaría a uno de los personajes más complejos interpretados por Wayne. Si bien la película sería llevada como uno de los tantos proyectos de Ford, la crítica cobraría fuerza debido a esa necesidad del director americano de mostrar a los nativos americanos como los salvajes en contra de las fuerzas estadounidenses. La historia que envuelve este drama es basada en hechos reales pero cuya coyuntura ha sido vinculada con el racismo antes mencionado y con ese estudio dedicado de Ford sobre sus personajes. Tanto el drama como la crítica social harían de esta una película compleja, buscando interpretaciones y representaciones de cada uno de los personajes, llegando a ser de gran influencia en diferentes realizadores.





De gran importancia también es el gran reparto e interpretación. John Wayne en uno de sus personajes más representativos, se ve acompañado de usuales y virtuosos colaboradores de Ford. Jeffrey Hunter en posiblemente su mejor rol acompaña a Wayne y junto a él, Vera Miles y Ward Bond también en roles importantes. Natalie Wood es la pequeña Debbie, el objeto de deseo de toda la trama y que ya destacaba desde corta edad en diferentes producciones. En roles secundarios también encontramos a Harry Carey Jr., Henry Brandon, John Qualen, entre otros. Estas interpretaciones hacen la película aún mucho más importante porque lo que se destaca es la profundidad de estos, esa capacidad interpretativa de director y actores de demostrar que los personajes van más allá de las simples y cortas intervenciones, sino que son parte de la cosmología de la trama, insistiendo que hay muchos más nudos que se desatan de la trama principal.





Existen muchas interpretaciones en cuanto a la relación de los personajes de la película. Ethan Edwards, interpretado por Wayne, demuestra no ser solamente un personaje llevado por la discriminación sino por otros motivos concernientes a su familia. Ciertas intenciones en cuanto al personaje parecen ocultas pero cuya funcionalidad en la película han permitido a críticos entender que sus motivos iniciales de racismo están determinados por la valoración a la familia, el amor, el genocidio e incluso la venganza. Las relaciones entre comanches y estadounidenses (quienes en realidad, vendrían a ser los invasores) no están definidas en estos contextos, ya que cada uno parece conocer y respetar ciertos rasgos de la otra cultura y sus tratos parecen mediar en cuanto a una invisible línea de lo permitido. Ford busca equilibrar la línea entre ambos, pero aún así mantiene ese racismo de Estados Unidos por mostrar a los nativos como salvajes.





Pero Más Corazón que Odio terminaría siendo un gran logro. Ford cambiaría el final de la novela, a instancias más dramáticas y con la fuerza de su temática, la exploración del hombre como un ser individual perdido en la extensa escenografía de la vida. Eso es lo que Ford hace de manera perfecta, tanto en entregas como Uvas de Ira, Que Verde era mi Valle y otros dramas, el gran director logra poblar el western de estas capacidades, no haciendo de este el simple acto de trasladar una historia entre indios y caballos, sino que logra encontrar los propios beneficios de este género, algo que ya estaba modificando desde la etapa muda. Su capacidad podría hablar de su mejor western pero en su gran carrera, Ford demostraría poder reinterpretarse en varias oportunidades, convirtiéndose en uno de los más grandes representantes de su país.






Datos.

Título Original: The Searchers
Dirección: John Ford
Año: 1956
País: Estados Unidos
Intérpretes: John Wayne, Jeffrey Hunter, Vera Miles, Ward Bond, Natalie Wood, John Qualen, Olive Carey, Henry Brandon, Ken Curtis, Harry Carey Jr., Antonio Moreno, Hank Worden
Duración: 119 min.


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