OCHO Y MEDIO (I)
Intro.
Has
escrito en un papel todo el desarrollo. Lo has escrito pensando en los
siguientes movimientos. En los movimientos de cada uno de ellos y como deben
actuar. Has esperado y has entendido. Así has vuelto a revisar esas páginas y
agregado algunos detalles. Algunas palabras que te confortan y te animan a seguir
creando nimiedades relacionadas con la naturaleza. Ahora es el momento de darle
movilidad a tus escritos, de poner rostros en esos huecos y de colocar
sentimientos a cada palabra. Lo has logrado. Eres un director. ¿Ahora qué más
puedes decir?
Cuerpo.
En 1960,
Federico Fellini había logrado lo que muy pocos grandes directores pueden
lograr en vida: el reconocimiento total por su capacidad artística. La Dolce
Vita había sido un hito en el cine, procurando para Fellini la inmortalidad,
así como toda la libertad para sus siguientes proyectos. Fellini después de
luchar en su juventud contra los puristas del neorrealismo italiano había
logrado imponer su propio lenguaje para dirigir. Era ahora un director que se
encontraba en la cumbre, algo que se mostraría desorientador para el italiano
de 40 años. Y en realidad era así. Ahora todo el mundo estaba pendiente de
Fellini. ¿Qué crearía después de la majestuosidad de La Dolce Vita? ¿Con qué
podría sorprender si aparentemente lo había dicho todo? Es allí cuando los
mecanismos creativos encontrarían un hueco y desde ese hueco Fellini
simplemente trabajaría a través de su reflejo como director.
En 1962,
Fellini dirigiría un segmento de Boccaccio '70, un filme antológico compartido
por cuatro episodios dirigidos por diferentes directores. Los otros tres lo
complementaban Mario Monicelli, Luchino Visconti y Vittorio de Sica. “La
tentación del Doctor Antonio” era una especie de satira, era Fellini haciendo
algo de comedia y una vez más encumbrando a la despampanante Anita Ekberg. Pero
este era un intermedio para un nuevo proyecto de Fellini que parecía tomar más
tiempo de lo adecuado. Fellini se referiría a estos momentos como un bloqueo de
autor, como lo que le sucede a los escritores cuando se encuentran con una página
en blanco y simplemente no pueden pensar en palabras. El director italiano
volvería sus ojos a su propio oficio y se preguntaba como podía entender esta
incapacidad por crear su siguiente proyecto. Fue así que decidió como una
especie de juego crear una película sobre un director que no podía hacer una
película. Como otro aspecto lúdico decidió llamar a la película 8 ½, porque
según sus cálculos había realizado siete películas y una colaboración, la cual
tomaba como “medio”.
Así, Fellini
se embarcó en lo que sería la película más representativa de toda su carrera.
Pero crear 8 ½ era algo más que el usual procedimiento para Fellini en la
creación de películas. Basado en su primer instinto para crear la película, su bloqueo
de director lo tomó como parte natural del proceso y así también todo lo que
siguió. Las confrontaciones con productores, guionistas, así como las
elecciones en el reparto y demás problemáticas para un director fueron
plasmadas en el filme, pero Fellini lo plasmaba de manera muy personal. Muchas
de las ocurrencias de las películas se derivaban de las experiencias de Fellini
con personas reales y es así como uno de los conflictos mayores de crear 8 ½
sería su relación con su esposa y actriz Guilietta Masina. Fellini era un
esposo infiel y eso era algo reconocido, la plasmación de ese hecho en la
película incomodó mucho a Masina, quien vería el arte copiando la realidad
cuando ella visitara el set y se encontrara con que en la película eso era
efectivamente una de las escenas. La amante de turno era Sandra Milo y todo
ello llevó a una extraña relación entre ambas mujeres, quienes eran amigas.
Peor aún, Fellini había decidido recrear al personaje principal en una imagen
inmortalizada de él, a la vez caricaturizada con sus manías y tendencias. Para
dicha labor solamente pensó en un actor: el gran Marcello Mastroianni.
Muchas veces
se ha dicho que el más grande Mastroianni de todos los tiempos es el
Mastroianni de Fellini. Y es cierto. El director italiano explota a la estrella
maravillosamente para convertirlo en su flamante “director”. Y es así.
Mastroianni es Fellini. La película es una derivación de la personalidad de
Fellini (sombrero incluido) en el cual todas sus necedades, incapacidades
amorosas, nociones artísticas abstractas, intolerancia y desinterés con sus
actores son viva imagen de un Fellini que encuentra en Mastroainni su
receptáculo para reinterpretar, desde una imagen más joven y varonil, a su
alter ego, a ese invencible ser que es parte del torrente de creación y que a
pesar de tristezas y desencuentros domina la escena con magnificencia total,
gracias a una labor de un Mastroianni impecable, simplemente divino. El actor
italiano seguiría cosechando triunfos durante toda su carrera pero su
colaboración con Fellini en esta película y La Dolce Vita son sus personajes
primordiales dentro de toda su filmografía. Fellini y Mastroainni son los genios
detrás de 8 ½.
Datos.
Título
Original: Otto e Mezzo
Dirección: Federico
Fellini
Año: 1963
País: Italia
Intérpretes: Marcello
Mastroainni, Anouk Aimée, Rossella Falk, Sandra Milo, Claudia Cardinale,
Simonetta Simeoni, Guido Alberti, Mario Conocchia, Bruno Agostini, Cesarino
Miceli Picardi, Jean Rougeul, Mario Pisu, Barbara Steele, Madeleine LeBeau,
Caterina Boratto, Eddra Gale, Eugene Walter, Ina Dallas, Edy Vessel
Duración: 138
min.
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