viernes, 5 de febrero de 2016


OCHO Y MEDIO (I)




Intro.

Has escrito en un papel todo el desarrollo. Lo has escrito pensando en los siguientes movimientos. En los movimientos de cada uno de ellos y como deben actuar. Has esperado y has entendido. Así has vuelto a revisar esas páginas y agregado algunos detalles. Algunas palabras que te confortan y te animan a seguir creando nimiedades relacionadas con la naturaleza. Ahora es el momento de darle movilidad a tus escritos, de poner rostros en esos huecos y de colocar sentimientos a cada palabra. Lo has logrado. Eres un director. ¿Ahora qué más puedes decir?







Cuerpo.

En 1960, Federico Fellini había logrado lo que muy pocos grandes directores pueden lograr en vida: el reconocimiento total por su capacidad artística. La Dolce Vita había sido un hito en el cine, procurando para Fellini la inmortalidad, así como toda la libertad para sus siguientes proyectos. Fellini después de luchar en su juventud contra los puristas del neorrealismo italiano había logrado imponer su propio lenguaje para dirigir. Era ahora un director que se encontraba en la cumbre, algo que se mostraría desorientador para el italiano de 40 años. Y en realidad era así. Ahora todo el mundo estaba pendiente de Fellini. ¿Qué crearía después de la majestuosidad de La Dolce Vita? ¿Con qué podría sorprender si aparentemente lo había dicho todo? Es allí cuando los mecanismos creativos encontrarían un hueco y desde ese hueco Fellini simplemente trabajaría a través de su reflejo como director.






En 1962, Fellini dirigiría un segmento de Boccaccio '70, un filme antológico compartido por cuatro episodios dirigidos por diferentes directores. Los otros tres lo complementaban Mario Monicelli, Luchino Visconti y Vittorio de Sica. “La tentación del Doctor Antonio” era una especie de satira, era Fellini haciendo algo de comedia y una vez más encumbrando a la despampanante Anita Ekberg. Pero este era un intermedio para un nuevo proyecto de Fellini que parecía tomar más tiempo de lo adecuado. Fellini se referiría a estos momentos como un bloqueo de autor, como lo que le sucede a los escritores cuando se encuentran con una página en blanco y simplemente no pueden pensar en palabras. El director italiano volvería sus ojos a su propio oficio y se preguntaba como podía entender esta incapacidad por crear su siguiente proyecto. Fue así que decidió como una especie de juego crear una película sobre un director que no podía hacer una película. Como otro aspecto lúdico decidió llamar a la película 8 ½, porque según sus cálculos había realizado siete películas y una colaboración, la cual tomaba como “medio”.






Así, Fellini se embarcó en lo que sería la película más representativa de toda su carrera. Pero crear 8 ½ era algo más que el usual procedimiento para Fellini en la creación de películas. Basado en su primer instinto para crear la película, su bloqueo de director lo tomó como parte natural del proceso y así también todo lo que siguió. Las confrontaciones con productores, guionistas, así como las elecciones en el reparto y demás problemáticas para un director fueron plasmadas en el filme, pero Fellini lo plasmaba de manera muy personal. Muchas de las ocurrencias de las películas se derivaban de las experiencias de Fellini con personas reales y es así como uno de los conflictos mayores de crear 8 ½ sería su relación con su esposa y actriz Guilietta Masina. Fellini era un esposo infiel y eso era algo reconocido, la plasmación de ese hecho en la película incomodó mucho a Masina, quien vería el arte copiando la realidad cuando ella visitara el set y se encontrara con que en la película eso era efectivamente una de las escenas. La amante de turno era Sandra Milo y todo ello llevó a una extraña relación entre ambas mujeres, quienes eran amigas. Peor aún, Fellini había decidido recrear al personaje principal en una imagen inmortalizada de él, a la vez caricaturizada con sus manías y tendencias. Para dicha labor solamente pensó en un actor: el gran Marcello Mastroianni.






Muchas veces se ha dicho que el más grande Mastroianni de todos los tiempos es el Mastroianni de Fellini. Y es cierto. El director italiano explota a la estrella maravillosamente para convertirlo en su flamante “director”. Y es así. Mastroianni es Fellini. La película es una derivación de la personalidad de Fellini (sombrero incluido) en el cual todas sus necedades, incapacidades amorosas, nociones artísticas abstractas, intolerancia y desinterés con sus actores son viva imagen de un Fellini que encuentra en Mastroainni su receptáculo para reinterpretar, desde una imagen más joven y varonil, a su alter ego, a ese invencible ser que es parte del torrente de creación y que a pesar de tristezas y desencuentros domina la escena con magnificencia total, gracias a una labor de un Mastroianni impecable, simplemente divino. El actor italiano seguiría cosechando triunfos durante toda su carrera pero su colaboración con Fellini en esta película y La Dolce Vita son sus personajes primordiales dentro de toda su filmografía. Fellini y Mastroainni son los genios detrás de 8 ½.







Datos.

Título Original: Otto e Mezzo
Dirección: Federico Fellini
Año: 1963
País: Italia
Intérpretes: Marcello Mastroainni, Anouk Aimée, Rossella Falk, Sandra Milo, Claudia Cardinale, Simonetta Simeoni, Guido Alberti, Mario Conocchia, Bruno Agostini, Cesarino Miceli Picardi, Jean Rougeul, Mario Pisu, Barbara Steele, Madeleine LeBeau, Caterina Boratto, Eddra Gale, Eugene Walter, Ina Dallas, Edy Vessel
Duración: 138 min.

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