PASIÓN DE LOS FUERTES
Intro.
La nostalgia de un hombre con una pistola se torna en un ímpetu por justicia. Sus actos, su nombre y su postura responden a un pasado reconocido y las intenciones ocultas no son más que escaramuzas de un sentido de justicia arraigado que debe cumplirse a toda costa. Es cierto que los tiempos han cambiado, es cierto que ya no podemos caminar despreocupados por el campo creyendo que todo puede resolverse de la manera más sencilla. Los hombres crecen y se deforman, y toda su concepción es la difícil carga de convivir con aquellos que no desean hacerlo. Para todas esas dificultades, un hombre carga con un arma a su costado, y si eso no fuera suficiente, carga con una estrella en su pecho, asegurando que aquellos que no respetan las balas, sean cegados cuando el sol se pone sobre esa pequeña estrella de plata.
Cuerpo.
El genio detrás del western lleva el nombre de John Ford. A finales de los años treinta y con diferentes entradas en el género, Ford lograría catapultar el western no solamente como una genuina corriente americana, sino también como un estilo propio dentro del cine, haciendo un contexto importante del “viejo oeste”, en donde historias complejas y novedosas pudieran desarrollarse, borrando decididamente la idea de que el western era el superficial enfrentamiento entre vaqueros e indios. Toda esta transformación comenzaría con su película de 1939, La Diligencia. Previamente, Ford ya provocaba ciertos cambios desde el cine mudo y lo continuó a lo largo de su carrera, influenciando a directores de todos contextos, desde Orson Welles a Ingmar Bergman, pasando por Akira Kurosawa, Satyajit Ray, Jean Renoir, Jean-Luc Godard, entre tantos otros. Con él empezaría toda una corriente de filmes dedicados al western logrando una interesante corriente que involucraría diferentes directores y actores americanos, siendo su misma asociación con John Wayne lo que lo pondría en status de leyendas del género. En Italia esto influenciaría el subgénero del spaghetti western, destacando Sergio Leone, y logrando grandes obras de reconocimiento internacional.
Si bien hay muchas películas que podrían tener en rótulo del mejor western de John Ford, sobretodo algunas donde aparecía John Wayne, Pasión de los Fuertes es una entrega convincente, fuerte, con un lenguaje propio importante, mereciendo estar entre una de las más importantes. Ford tomaría la historia del tiroteo en el corral OK como base de la película. Esta historia relata el ya mítico enfrentamiento entre los hermanos Earp junto a Doc Holiday contra la familia Clanton. Este popular enfrentamiento sería llevado al cine muchísimas veces, siendo la tendencia acercarse a los hechos históricos en lo posible. Ford tomaría otro camino. La película sería una adaptación del libro Wyatt Earp: Mariscal de la Frontera de Stuart N. Lake. La adaptación correría por parte de Samuel G. Engel, Sam Hellman y Winston Miller. Ford tomaría la película Mariscal de la Frontera (1939) de Allan Dwan como un ejemplo para su propia producción, llegando a filmar escenas enteras toma por toma.
Pero la validez de Pasión de los Fuertes destaca en su anacronismo, en la búsqueda de originalidad a partir del quebramiento de la lógica. La historia es el enfrentamiento de los Earp y los Canton, pero los detalles históricos se ven sobrepasados por las razones cinematográficas, alterando muchos rasgos al buscar una línea concluyente en cuanto al interés y la profundida de los personajes. Así, lo único que parece mantenerse es el contexto del western y los personajes míticos, pero nada más. Ford logra mantener una línea entre la nostalgia del western, de su significado y renombre, al mismo tiempo que modifica con gran habilidad lo que supuestamente uno acostumbra a ver en una película del género. Los personajes son importantes en su propia interioridad pasando por el actor teatral de Shakespeare, el condenado Doc Holiday, la siempre paciente Clementine Carter, el despiadado y arbitrario Newman Haynes Clanton y la poderosísima figura de Wyatt Earp. Todo este ensamblamiento responde a una ideología de su director por resaltar la historia a partir de las emociones que desprenden los personajes y ello se ve apoyado en la gran interpretación de sus actores.
Henry Fonda es Wyatt Earp. La leyenda de Hollywood comenzó su carrera en 1935 y rápidamente lograría la cumbre de la mano de John Ford y Uvas de Ira (1940). Fonda fue un gran actor, proponiendo en su propia medida una interpretación correcta pero imprimiendo siempre su propia lectura. Fonda no aparece como un actor que destaca a partir de la extrovertividad de los personajes, sino a partir de una profundidad lograda por su imagen, por sus silencios, por las variantes en su carácter cuando era requerido. Fonda es un inmenso Wyatt Earp, perpetuando la imagen del héroe atípico pero centrado en sus convicciones. A Fonda se le une un reparto de lujo. Un Victor Mature siempre funcional y en una de sus mejores presentaciones sino la mejor. Linda Darnell en conflictos con los estudios y cuya aparición en esta película respondía más a la búsqueda de una oportunidad, logrando una importante interpretación para su carrera. Los habituales de Ford cumplen también a cabalidad: Ward Bond, Tim Holt y algunos “agregados” que mantienen la línea interpretativa ya designada como Cathy Downs, John Ireland, Alan Mowbray, entre otros. Un reconocimiento aparte se merece Walter Brennan en el rol de cabeza de familia de los Clanton. Destacado en los papeles secundarios (ganaría el Oscar tres veces en este rubro), Brennan nos brinda su mejor interpretación en dicho filme, logrando establecer la tónica de la película: personajes profundos que ahondan en la idea de originalidad dentro de un western que rompe parámetros y que configura una línea argumental sólida y precisa, un western de John Ford en toda su gloria y esplendor.
Datos.
Título Original: My Darling Clementine
Dirección: John Ford
Año: 1946
País: USA
Intérpretes: Henry Fonda, Victor Mature, Cathy Downs, Linda Darnell, Walter Brennan, Tim Holt, Ward Bond, Don Garner, Grant Withers, John Ireland, Alan Mowbray, Roy Roberts, Jane Darwell, J. Farrell MacDonald
Duración: 103 min.