viernes, 11 de mayo de 2012

EL CIUDADANO KANE (III)




Cuerpo.

La cinematografía de la película corre a cargo de Gregg Toland, un maestro de la luz y sombras que haría de esta un ejemplo de su tratamiento. Welles dijo que para hacer la película vio cuarenta veces La Diligencia de John Ford, puesto que la consideraba esencial en cuanto a cinematografía y ésta le pudiera dar las técnicas necesarias en su trabajo. Uno de estos esfuerzos innovadores en cuanto al tratamiento de la cámara vendría en destruir la linealidad de las tomas. Normalmente en Hollywood era preciso que las tomas fuera de medio cuerpo y totalmente alineadas cuando se trataba de personajes. Teniendo en cuenta que muchas de estas películas eran realizadas en los estudios y la construcción de escenarios en muchísimos casos no incluía el techo, era mandatorio dicho tipo de escenas. Toland y Welles hicieron algo más, añadiendo techos, mostrando suelos y dándole vigor a la cámara, haciendo que esta se moviera cuando se presentaban algunos personajes. Este fue uno de los tipos de innovación que parecieron confundir al público, ya que las perspectivas, los contrapicados no solamente tenían técnicas de cámara, sino una intencionalidad con respecto a los temas tratados por los personajes. Es necesario acotar que todas dichas técnicas no son parte solamente de la experimentación, sino también de la necesidad desmedida de una mente sin reparos, que busca explotar lo mejor de sus elementos.






El uso de la profundidad en el enfoque por parte de Toland también fue notable. Toland logra utilizar cada espacio de la película, incorporándolo dentro de las imágenes. El uso de diferentes lentes le permitió incorporar el background de una escena, captando los detalles que con lentes normales aparecen escondidos y borrosos. En los casos en el que el lente no podía ser de ayuda, los efectos especiales fueron vitales para “rellenar” de información las tomas. Ello, sumado con las perspectivas por debajo de los suelos y por encima de los personajes, dio un efecto de grandiosidad a una película que implementaba la severidad de su forma y fondo. El uso de sombras en Toland, que muchos críticos comparan con su trabajo en Las Manos de Orlac, hicieron del cinematógrafo uno de los grandes innovadores de la época. Casi asociado con el film noir, Toland reduce no tanto la maldad de los personajes pero sí sus intenciones ocultas como parte de todo un sentir dentro de las tomas, donde los personajes no son vistos en clara luz y en donde sus rostros gracias a la falta de claridad nos pueden señalar motivos extraños. A ello se le puede añadir la entrada a escenas a partir de la inserción de las cámaras dentro de las escenografías, esto en colaboración del distintivo instinto teatral de Welles y en sí a la asociación de ambos, que produjo una retroalimentación de Welles en un medio en el cual no era un maestro, pero sí un hombre de inmensa óptica.





Otro de las grandes hazañas de la película es la destrucción de la narrativa tradicional. La película está contada a partir de las diferentes perspectivas de los personajes sobre el personaje principal, Charles Foster Kane, haciendo así imposible tener una idea total del personaje, sino solamente retazos de un ser incompleto, insuficiente y misterioso. A ello se le suma que estas historias tampoco son lineales entre ellas, más de una vez nos encontramos ante la misma historia pero desde otra perspectiva, utilizando así diferentes tomas para una sola secuencia y buscando un misterio que parece no ser revelado. Para su tiempo, el uso de constantes narradores era nulo, contribuyendo al clima de rareza de la producción. En algunos casos, dos o más narradores eran quienes relataban la historia pero no de la medida y la complejidad como ocurría en El Ciudadano Kane. Si a ello le sumamos la introducción de la película como una especie de documental para después centrarnos en un personaje secundario que retoma la vida de Kane a partir de otros testimonios es fácil concluir que el producto a tomar en manos no es el típico de Hollywood porque estamos ante un director primerizo de técnica exquisita, rodeado de gente muy competente en la realización.





El Ciudadano Kane también se abraza al uso del maquillaje y efectos especiales. Maurice Seiderman fue el encargado de “envejecer” a todos los personajes. Con técnicas que duraban de seis a siete horas, Seiderman tenía que pasar por el meticuloso proceso de envejecer a los personajes paulatinamente, tomando en cuenta cada etapa de su vida y como las variaciones deberían responder acorde la realidad. El uso de efectos especiales venían, como ya antes señalado, de la insistencia de Welles por el teatro y a ello se sumo la música dentro del filme, compuesta por el  migo de Welles, Bernard Hermann, gran compositor dentro de Hollywood cuya asociación con el maestro Alfred Hitchcock en los años sesenta le daría de fama mundial. Todos estos componentes hicieron de El Ciudadano Kane una muestra magistral de arte, tomando en cuenta sus inusuales inicios y la libertad dada a Welles, algo inédito en todas sus presentaciones. La película es ahora objeto de estudio y de apreciación total por parte de crítico y público. Su aporte al mundo del cine es invaluable y su repetición como producto imposible, ya que El Ciudadano Kane fue creado a partir de fuerzas similares sin censuras, contribuyendo a su pleno desempeño y a su lugar dentro del séptimo arte.





Datos.

Título Original: Citizen Kane
Dirección: Orson Welles
Año: 1941
País: Estados Unidos
Intérpretes: Orson Welles, Joseph Cotten, Dorothy Comingore, Everett Sloane, Ray Collins, George Coulouris, Agnes Moorehead, Paul Stewart, Ruth Warwick, Erskine Sandford, Willian Alland
Duración: 119 min.

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