sábado, 16 de diciembre de 2023

 
UN LADRÓN EN LA ALCOBA





Intro.
 
Robar, estafar, delinquir. Palabras no asociadas con el amor sino con la escoria de nuestro planeta. Esa fascinación enfermiza por adoptar caretas y engañar a cualquier extraño cuyo nombre y rostro pertenecen a un lugar inexistente pero que lleva muchas sonrisas en el camino. Es esa necedad del ser humano por dejarse llevar ante cualquier historia que vislumbre ser romántica, aún más si está acomapañada de un bello rostro. Al final del día, ladrones serán ladrones… pero ladrón que roba a ladrón, tiene mil años de perdón.






Cuerpo.
 
Ernst Lubitsch había labrado su carrera en el cine mudo a través de cortos de comedias de alcobas y relaciones de parejas. Esta inusual presentación lo llevaría a Hollywood, donde mantendría esta tónica combinándola con dramas románticos. Este peculiar acercamiento a las relaciones humanas rodeada de un sarcasmo inusual lo encumbrarían como obras de autor, en donde un toque particular definiría su estilo y a partir de 1932 con la exhibición de Un Ladrón en la Alcoba se empezaría a hablar de lo que se conoce como el toque Lubistch.






Un Ladrón en la Alcoba sería el comienzo de una serie de películas románticas en donde las relaciones de pareja no se apegan a reglas o cuestiones morales, sino que se dejan llevar por un aspecto sexual, el cual para estas fechas era delineado de manera muy subjetiva, llegando a límites permitidos y con bastante innuendo de aquello que se podía transmitir. En este sentido, Lubitsch era muy inteligente de lo que quería mostrar y si bien sus películas sufrirían posteriormente por la censura cuando el código moralista tuviera fuerza en Hollywood, era una muestra diferente la creación de comedias inteligentes, atrevidas y de convenciones morales creadas solamente en la cabeza de su director. Entregas como Una Mujer para Dos (1932), Ninothcka (1939), El Bazar de las Sorpresas (1940), Ser o no Ser (1942) o El Diablo dijo No (1943), son ejemplos de la pericia de Lubitsch para mostrar situaciones atípicas, picantes y de gran valor que solo funcionan en el tipo de ficción que nos quería mostrar.






En el reparto tenemos un trío excepcional. Los años treinta serían para Miriam Hopkins los más destacados de su carrera. Con producciones atrevidas y un gran dominio de pantalla, Hopkins dominó la década con dramas y comedias de gran nivel rodeándose de grandes directores y coprotagonistas. Su talento estuvo rodeado de alguna controversia ya que los roles que tomaba eran bastante arriesgados, sobre todo en la muestra de la sexualidad de la mujer. Su coprotagonista sería el siempre funcional Herbert Marshall. El actor inglés que en un comienzo destacaría en el teatro y en el cine, gozaría de una fama en comedias y dramas románticos durante los años treinta. Habiendo sido herido en la Primera Guerra Mundial, Marshall contaba con una sola pierna pero esto no le impidió ser parte de producciones junto a Greta Garbo, Marlene Dietrich, Bette Davis, entre otras.






Cerrando el trío se encuentra Kay Francis. Otra de las luminarias de los años treinta, Francis sería la reina de los estudios Warner. Su versatilidad y carisma la llevaron a múltiples producciones donde resaltaba totalmente, siendo también un rostro conocido en revistas, entrevistas y la vida social de Hollywood. Su estrella estuvo presente en los años treinta pero se fue diluyendo hasta su último filme en 1946. A notar entre las actuaciones secundarias al gran C. Aubrey Smith, un actor británico que empezó su carrera en los años diez y al siempre entretenido Edward Everett Horton, un gran referente en las comedias de enredo y una figura recurrente en más de tres décadas.






El éxito de Un Ladrón en la Alcoba la colocaría como una de las mejores películas de 1932. Lamentablemente se vería afectada por el código moral de Hollywood que en 1935 no aprobaría la exhibición del filme y esta no se volvería a ver hasta 1968. Aún así y en su momento, el filme fue un triunfo en toda medida para sus participantes. Lubitsch empezaría a destacar con su propia técnica y lanzaría las carreras de sus divas, tanto de Hopkins y Francis, al mismo tiempo que le daría a Marshall la posibilidad de ser el galán de películas románticas de gran nivel, siendo reconocidos en Estados Unidos como grandes representantes de dramas y comedias durante los subsiguientes años.







Datos.
 
Título Original: Trouble in Paradise
Dirección: Ernst Lubitsch
Año: 1932
País: Estados Unidos
Intérpretes: Miriam Hopkins, Kay Francis, Herbert Marshall, Charles Ruggles, Edward Everett Horton, C. Aubrey Smith, Robert Greig
Duración: 83 min.

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