lunes, 16 de julio de 2012


SUCEDIÓ UNA NOCHE






Intro.

En un viaje por respuestas asombrosas o increíblemente aburridas, una mujer confronta a toda su existencia. Dentro de la loca carrera por independencia es posible encontrar personajes singulares, simpáticos y extravagantes. Personajes que nos pueden tocar el corazón o personajes que pueden provocarnos inmensos dolores de cabeza, aún así, se mantienen allí, como si también fueran parte del proceso de independencia. Pero cuando estamos solos y no sabemos como buscar o pedir, cuando nos retorcemos en soledad y desesperación es sencillo intentar algo simple y alegrarnos la vida, algo tan simple como saber remojar una rosquilla en una taza de café.




Cuerpo.

Frank Capra es un director irrepetible. De la etapa clásica, sus producciones son probablemente las más difíciles de imitar, de mantener la misma línea e imposibles de rehacer. Capra exalta el espíritu norteamericano de tal forma que mantiene una extraña relación entre la crudeza de la realidad y la inocencia y valores de sus héroes. Capra es único en esto y son estas peculiares características que harían de él un gran emblema de la industria del cine en Estados Unidos. Así mismo, sus comedias gozaban de mucha popularidad. En ellas, las temáticas del director se mantenían pero el toque cómico proponía un trato más ligero, de mayor juego, pero de gran calidad. Capra hizo comedias desde su etapa muda y fue un buen alumno del screwball comedy (comedia de ocurrencias), imponiendo un sello propio y ganando cierta popularidad a comienzos de la etapa hablada.




Sucedió una Noche fue el punto de quiebre para Capra. La película se convirtió en un hito de la comedia, afianzando la popularidad de todos sus participantes y convirtiéndose en la primera película en ganar los cinco premios más importantes del Oscar (mejor película, mejor director, mejor actor, mejor actriz y mejor guión). Pero dicho logro no fue exactamente la unión perfecta de sus protagonistas. Miriam Hopkins fue la primera en rechazar el papel. Lo mismo ocurrió con Myrna Loy y Margaret Sullavan. Constance Bennett quiso ser la actriz principal pero solamente si podía ser también productora. Columbia Pictures no aceptó y Bennett perdió el papel. Bette Davis quería el papel pero Warner Brothers se negó a prestarla. Carole Lombard no pudo tomarla debido a problemas de agenda. El caso de Colbert fue muy particular. Ella ya había trabajado con Capra en lo que ella se refirió a una experiencia totalmente desagradable y dijo que nunca más volvería a trabajar con él. La actriz ya había rechazado un llamado para protagonizar la película y cuando le ofrecieron otra vez el papel pidió el doble del salario, suponiendo que los productores se negarían. Todo lo contrario pasó y Colbert fue la protagonista. A pesar de muchos arreglos y concesiones, Colbert fue una disforzada actriz, aunque Capra admite que el resultado final fue extraordinario por parte de Colbert. Al final Colbert dijo que fue la peor película que jamás había filmado y que se iría de vacaciones para olvidar dicha experiencia. Cuando la película fue nominada y ella ganó el Oscar tuvo que ser recogida de la estación, cancelar su viaje y aceptar el premio, tragándose sus palabras y agradeciendo a Capra por todo.




El caso de Clark Gable fue algo parecido. Robert Motgomery sería el primero en rechazar el papel. Gable, actor contratado de MGM, fue prestado a Columbia Pictures en lo que normalmente se consideraba una especie de retroceso cuando los actores eran prestados a compañías inferiores. El caso era que el estudio pagaba un sueldo por Gable y no lo utilizaba, así que decidieron prestarlo y recobrar algo en beneficio del sueldo del actor. Gable en un principio tampoco estuvo de acuerdo con participar en la película criticando considerablemente el guión. A medida que pasaron los días, Capra logró integrar de manera satisfactoria al actor buscando una mejor relación con Colbert y que ambos pudieran mantenerse hasta el producto final del proyecto. Gable lograría una gran popularidad con esta película y muchas de sus escenas influenciarían en la cultura popular americana.




Friz Freleng, famoso caricaturista, señaló a Sucedió una Noche como su película favorita. La película guarda una relación muy particular con una de sus más famosas creaciones: Bugs Bunny. Un personaje secundario de la película, Oscar Shapely, llama al personaje de Gable constantemente “Doc” y tiene miedo de un personaje imaginario llamado “Bugs Dooley”. Además hay una escena en donde Gable come zanahorias mientras habla rápidamente con la boca llena. Muchas otras celebridades han señalado dicha película como una de sus favoritas y la cultura popular se vio influenciada por ciertos aspectos de la misma. En una escena Gable desvistiéndose muestra su forma particular de este acto y el porqué de ciertos aspectos (como no llevar nada debajo de la camisa), lo cual influenciaría en la manera de vestir de los americanos. Así mismo, una escena en donde Gable demuestra la forma “correcta” de humedecer una rosquilla en su taza de café se hizo muy popular, siendo índice de imitación y agrado. Colbert se destaca en una de las escenas más atrevidas de su tiempo mostrando parte de su pierna para detener un automóvil. La gracia y el atrevimiento harían clásica dicha escena, en donde Colbert al principio se negó a participar por considerarla de mal gusto, pero al ver en escena la pierna de una doble, se enfureció puesto que según ella no representaba lo que era su pierna, aceptando a filmarla.



Datos.

Título Original: It Happened One Night
Dirección: Frank Capra
Año: 1934
País: Estados Unidos
Intérpretes: Claudette Colbert, Clark Gable, Walter Conolly, Roscoe Karns, Jameson Thomas, Alan Hale, Arthur Hoyt, Blanche Friderici, Charles C. Wilson, Ward Bond
Duración: 105 min.

domingo, 8 de julio de 2012


LA PASIÓN DE JUANA DE ARCO


Intro.

La resistencia de un ser humano tiene límites. Cuando su cuerpo y su mente son llevados a la insanidad, un ser humano responde ante un Dios, no ante otros seres humanos. La resistencia de este ser parece no tener consuelo, solamente existe la incansable depredación humana por todo aquello que puede ser destruido. Su ser sangra, suda, llora y se va evaporando con el transcurrir de las horas. Sus muestras de dolor no tienen significado ante otros que la consideran menos que un animal y es así como un animal se mantiene en una jaula, sin mayor movimiento, sin mayor sonido, esperando que todo acabe rápidamente.




Cuerpo.

El más grande director de Dinamarca y uno de los más célebres mundialmente, Carl Theodor Dreyer, ha logrado en pocas presentaciones establecer sus tendencias filmográficas, crear un nuevo lenguaje y ser parte de los genios del cine, mundialmente reconocidos por su estética, técnica y por aportar un avance importante en el cine. Dreyer haría alrededor de diez películas en su etapa muda, muchas de muy modesta presentación, presupuesto y aprobación, siendo las dos últimas perjudiciales por la pérdida de dinero, provocando que Dreyer deje la dirección por el lapso de once años. Irónicamente estas dos últimas, Vampiro y La Pasión de Juana de Arco, terminarían siendo cruciales dentro del mundo del cine, siendo la última una de las películas más influyentes de todos los tiempos. En su etapa hablada, Dreyer definió otra forma de cine, exquisitas composiciones que se caracterizaban por largas tomas y un uso especial de la luz, así como temáticas asociadas con la religión y la concepción del ser desde su propia conciencia. Dreyer solo haría tres largometrajes hablados, Día de Furia (1943), La Palabra (1955) y Gertrud (1964).



La Pasión de Juana de Arco es un caso único dentro del mundo del cine. Fue considerada la más grande pérdida del séptimo arte hasta su recuperación en 1981. El negativo original había sido destruido en un incendio y las subsiguientes búsquedas no ayudaron a tener logros destacados. Dreyer trató durante su vida ensamblar una versión parecida a la original a partir de tomas alternas y algunas versiones mutiladas pero fue en vano. Dreyer murió sin ver su película completa nuevamente. En 1981 una copia íntegra de la versión original fue encontrada en un instituto mental en Oslo, en el closet del conserje. La película fue en su tiempo vista por el doctor que trabajaba en dicha institución mental, quien creyó que el impacto creado por Dreyer podría despertar sensaciones fuertes y recuperar algo de la sensibilidad de sus pacientes. Dicho doctor pasaba la película a sus pacientes a manera de terapia.



La controversia de la película surgiría en la presentación de los soldados ingleses como desalmados tiranos y su prohibición en Francia no se hizo esperar. En la misma Francia su crudeza no fue vista con buenos ojos ordenando recortes y censura. Dreyer no solamente había creado una obra con temática controversial (Juana de Arco había sido canonizada solo ocho años antes), sino que lo había tomado de las mismas escrituras del juicio y la ejecución de la santa. A ello se le sumaría las técnicas de Dreyer, su extremismo para con su trabajo y la pérdida de dinero a partir de una escenografía ardua.


Maria Falconetti, actriz reconocida de teatro, interpretaría a Juana de Arco en su segunda y última incursión en el cine. Después de Dreyer, Falconetti nunca quiso saber más del cine. El extremismo del director llevó a la actriz francesa a renunciar totalmente del cine, puesto que la filmación sería un infierno, el cual nunca pudo superar. Dreyer buscaba una nueva forma de realismo, haciendo que la actriz no usara maquillaje y que no se lavara la cara para la filmación, haciendo rigurosas tomas tras tomas, buscando el sentido de dolor y humillación de manera fehaciente en la actriz. La tortuosa experiencia, que incluía el corte total de su cabellera en cámara, la búsqueda de lágrimas al completar escenas por las cuales la misma Juana de Arco tuvo que pasar y su predilección por un sentimiento similar y auténtico de desesperación, humillación y dolor por parte del personaje, fueron dictámenes totalmente fuertes en el set de grabación. La interpretación de Falconetti ha sido calificada como la performance más lograda de cualquiera actriz en cámara, siendo parte de la leyenda de este producto adelantado para su tiempo.


Las técnicas de Dreyer enfatizarían este acto de “sacrificio” por parte de su actriz. Dreyer filma toda la película a partir de close-ups, provocando una sensación de agotamiento en cuanto a la constante insistencia con la expresión facial y el poco contenido por parte de la escenografía. Este también sería un punto de discordia entre Dreyer y los productores, que habían construido un monumental castillo, de trabajosa elaboración y cuya majestuosidad no puede verse en la película. Existen solamente fotos de archivos que muestran la totalidad de dicha construcción. Dreyer utiliza algunas tomas de mediano cuerpo pero nada que pueda mostrar la plenitud de la escenografía. Dreyer se basó en los close-ups gracias a la entonces novedosa cámara pancromática, que le permitía grabar los tonos de la piel de manera natural. Dreyer mantuvo su convicción hasta el final, logrando una película extraordinaria y de bastante complejidad. Lamentablemente, la película fue un fracaso de taquilla, sumado a la censura y a la poca receptividad ante una novedosa técnica, hicieron de La Pasión de Juana de Arco un producto olvidado y archivado hasta su posterior reconocimiento y la búsqueda constante de una copia original.


Datos.

Título Original: La Passion de Jeanne d’Arc
Dirección: Carl Theodor Dreyer
Año: 1928
País: Francia
Intérpretes: Maria Falconetti, Eugène Silvain, André Berley, Maurice Schutz, Antonin Artaud, Gilbert Dalleu, Jeanne d’Yd, Louis Ravet, Michel Simon
Duración: 110 min.

jueves, 31 de mayo de 2012


PASIÓN DE LOS FUERTES



Intro.

La nostalgia de un hombre con una pistola se torna en un ímpetu por justicia. Sus actos, su nombre y su postura responden a un pasado reconocido y las intenciones ocultas no son más que escaramuzas de un sentido de justicia arraigado que debe cumplirse a toda costa. Es cierto que los tiempos han cambiado, es cierto que ya no podemos caminar despreocupados por el campo creyendo que todo puede resolverse de la manera más sencilla. Los hombres crecen y se deforman, y toda su concepción es la difícil carga de convivir con aquellos que no desean hacerlo. Para todas esas dificultades, un hombre carga con un arma a su costado, y si eso no fuera suficiente, carga con una estrella en su pecho, asegurando que aquellos que no respetan las balas, sean cegados cuando el sol se pone sobre esa pequeña estrella de plata.




Cuerpo.

El genio detrás del western lleva el nombre de John Ford. A finales de los años treinta y con diferentes entradas en el género, Ford lograría catapultar el western no solamente como una genuina corriente americana, sino también como un estilo propio dentro del cine, haciendo un contexto importante del “viejo oeste”, en donde historias complejas y novedosas pudieran desarrollarse, borrando decididamente la idea de que el western era el superficial enfrentamiento entre vaqueros e indios. Toda esta transformación comenzaría con su película de 1939, La Diligencia. Previamente, Ford ya provocaba ciertos cambios desde el cine mudo y lo continuó a lo largo de su carrera, influenciando a directores de todos contextos, desde Orson Welles a Ingmar Bergman, pasando por Akira Kurosawa, Satyajit Ray, Jean Renoir, Jean-Luc Godard, entre tantos otros. Con él empezaría toda una corriente de filmes dedicados al western logrando una interesante corriente que involucraría diferentes directores y actores americanos, siendo su misma asociación con John Wayne lo que lo pondría en status de leyendas del género. En Italia esto influenciaría el subgénero del spaghetti western, destacando Sergio Leone, y logrando grandes obras de reconocimiento internacional.



Si bien hay muchas películas que podrían tener en rótulo del mejor western de John Ford, sobretodo algunas donde aparecía John Wayne, Pasión de los Fuertes es una entrega convincente, fuerte, con un lenguaje propio importante, mereciendo estar entre una de las más importantes. Ford tomaría la historia del tiroteo en el corral OK como base de la película. Esta historia relata el ya mítico enfrentamiento entre los hermanos Earp junto a Doc Holiday contra la familia Clanton. Este popular enfrentamiento sería llevado al cine muchísimas veces, siendo la tendencia acercarse a los hechos históricos en lo posible. Ford tomaría otro camino. La película sería una adaptación del libro Wyatt Earp: Mariscal de la Frontera de Stuart N. Lake. La adaptación correría por parte de Samuel G. Engel, Sam Hellman y Winston Miller. Ford tomaría la película Mariscal de la Frontera (1939) de Allan Dwan como un ejemplo para su propia producción, llegando a filmar escenas enteras toma por toma.



Pero la validez de Pasión de los Fuertes destaca en su anacronismo, en la búsqueda de originalidad a partir del quebramiento de la lógica. La historia es el enfrentamiento de los Earp y los Canton, pero los detalles históricos se ven sobrepasados por las razones cinematográficas, alterando muchos rasgos al buscar una línea concluyente en cuanto al interés y la profundida de los personajes. Así, lo único que parece mantenerse es el contexto del western y los personajes míticos, pero nada más. Ford logra mantener una línea entre la nostalgia del western, de su significado y renombre, al mismo tiempo que modifica con gran habilidad lo que supuestamente uno acostumbra a ver en una película del género. Los personajes son importantes en su propia interioridad pasando por el actor teatral de Shakespeare, el condenado Doc Holiday, la siempre paciente Clementine Carter, el despiadado y arbitrario Newman Haynes Clanton y la poderosísima figura de Wyatt Earp. Todo este ensamblamiento responde a una ideología de su director por resaltar la historia a partir de las emociones que desprenden los personajes y ello se ve apoyado en la gran interpretación de sus actores.



Henry Fonda es Wyatt Earp. La leyenda de Hollywood comenzó su carrera en 1935 y rápidamente lograría la cumbre de la mano de John Ford y Uvas de Ira (1940). Fonda fue un gran actor, proponiendo en su propia medida una interpretación correcta pero imprimiendo siempre su propia lectura. Fonda no aparece como un actor que destaca a partir de la extrovertividad de los personajes, sino a partir de una profundidad lograda por su imagen, por sus silencios, por las variantes en su carácter cuando era requerido. Fonda es un inmenso Wyatt Earp, perpetuando la imagen del héroe atípico pero centrado en sus convicciones. A Fonda se le une un reparto de lujo. Un Victor Mature siempre funcional y en una de sus mejores presentaciones sino la mejor. Linda Darnell en conflictos con los estudios y cuya aparición en esta película respondía más a la búsqueda de una oportunidad, logrando una importante interpretación para su carrera. Los habituales de Ford cumplen también a cabalidad: Ward Bond, Tim Holt y algunos “agregados” que mantienen la línea interpretativa ya designada como Cathy Downs, John Ireland, Alan Mowbray, entre otros. Un reconocimiento aparte se merece Walter Brennan en el rol de cabeza de familia de los Clanton. Destacado en los papeles secundarios (ganaría el Oscar tres veces en este rubro), Brennan nos brinda su mejor interpretación en dicho filme, logrando establecer la tónica de la película: personajes profundos que ahondan en la idea de originalidad dentro de un western que rompe parámetros y que configura una línea argumental sólida y precisa, un western de John Ford en toda su gloria y esplendor.




Datos.

Título Original: My Darling Clementine
Dirección: John Ford
Año: 1946
País: USA
Intérpretes: Henry Fonda, Victor Mature, Cathy Downs, Linda Darnell, Walter Brennan, Tim Holt, Ward Bond, Don Garner, Grant Withers, John Ireland, Alan Mowbray, Roy Roberts, Jane Darwell, J. Farrell MacDonald
Duración: 103 min.

viernes, 25 de mayo de 2012


LA STRADA



Intro.

Una trompeta suena en el aire. Una trompeta que trae recuerdos. Suena como si fuera el silbido del viento. Particular sonido. Único sonido. Porque cuando el instrumento deja de sonar aún podemos escuchar la melodía, como si fuera una burla a nuestros sentidos, o como si nos estuviera indicando que no importa cuanto tratemos… la melodía quedará en nuestra cabeza hasta que sepamos lo que es el verdadero sufrimiento. Ese sonido es inmortal y cada vez que recordamos su cuerpo pintoresco moverse como si fuera un muñeco a punto de desarmarse queremos reír y llorar, queremos decirle que descanse y que no trate de complacer nuestras sonrisas, porque ya ha hecho suficiente. Queremos decirle tanto y no podemos pronunciar palabra. Queremos decirle tanto y ella no comprende nuestros vocablos. No es que sea ignorante, solamente es un ser muy sensible para entender las complejidades que se desatan dentro del alma humana.




Cuerpo.

La Strada es la primera obra personal del maestro Federico Fellini. Como muchos directores y artistas envueltos en el cine italiano en los años cuarenta y cincuenta, Fellini fue influenciado decididamente por el neorrealismo en dicho país. Su colaboración como guionista en diversos trabajos con destacados directores, entre los que sobresale Rossellini, ayudaría a Fellini a demostrar una capacidad narrativa importante, lo que servirá para crear su propio lenguaje visual y utilizar sus propias técnicas para desembarazarse del movimiento y llevar el cine a su propia firma. Fellini se convertiría en uno de los más grandes directores de todos los tiempos y un creador nato, influenciando a futuros directores y proponiendo una narrativa original que desliza toda su calidad y su temple en el arte de hacer cine.



La Strada se convertiría en uno de los mayores logros de 1954 ganando más de cincuenta premios internacionales. Fellini y Tullio Pinelli serían los artífices de la historia, a partir de un personaje pintoresco del pueblo de Rimini. Dicha construcción tendría, con los aportes de Pinelli, la figura principal del filme y paulatinamente se le uniría el segundo personaje principal. Estos dos personajes (los inolvidables Zampanò y Gelsomina) muestran una depuración concentrada en la idea del personaje como parte de un contexto establecido, tomando en cuenta las costumbres y posturas definidas, impregnando así a los personajes de un reconocimiento posterior en el imaginario popular. Ello se ve reforzado por las magníficas interpretaciones de Anthony Quinn y Guilietta Masina.



Anthony Quinn, natural de México, fue un actor de notables apariciones obteniendo dos premios Oscar como actor secundario y protagonizando películas taquilleras con directores de renombre. Quinn empezaría su carrera a mediados de los años treinta y sumando diversas presentaciones hasta su mayor esplendor en los años cincuenta. La Strada y Zorba el Griego (1964) se encuentran entre sus más destacados roles, pero mantiene un gran nivel en muchos papeles secundarios, como en los dos que le conseguirían sendos triunfos en la Academia, ¡Viva Zapata! (1952) y El Loco de Pelo Rojo (1956). Quinn mantendría su nivel de trabajo hasta los años noventa, desempeñándose también como escritor y pintor. Moriría en el 2001 a los 86 años.



Giulietta Masina comenzó su trabajo artístico en el teatro y la radio y tras casarse en 1943 con Fellini se convertiría en su colaboradora y musa. La relación profesional de ambos fue ideal y en la vida personal permanecieron juntos hasta la muerte del director italiano en 1993, a pesar de los constantes amoríos de Fellini con otras mujeres. Masina contaría con pocas apariciones pero decisivas en cuanto a lanzar su carrera y a demostrar un innegable talento, explotado de manera perfecta por su marido. Masina lograría diversos elogios internacionales por La Strada, llegando incluso a ser denominada como “la Chaplin femenina”. Ganaría el premio de Cannes a mejor actriz en 1957 por Las Noches de Cabiria. La salud de su esposo afectaría su carrera, la cual tuvo sus mayores triunfos junto a él. Masina moriría cinco meses después que su esposo, pidiendo que la tonada de la trompeta de La Strada sea tocada en su funeral.



La Strada es el comienzo de una carrera brillante para Fellini. Después de su paso por el neorrealismo y su trabajo como guionista, Fellini lograría imprimir sus propias condiciones. A veces considerado como un director durísimo con sus actores, de genio indescifrable pero como un incansable detallista, Fellini logró a mediados de los cincuenta y los sesenta ser considerado uno de los directores más grandes vivos. Sus trabajos en La Dolce Vita (1960) y 8 ½ (1963) fueron vitales dentro del avance del cine y Fellini fue una leyenda en vida. La Strada sería este primer reconocimiento de Fellini como autor, ganando el primer Oscar a película extranjera en 1956. El tema melancólico dentro del filme, así como la caracterización de personajes mundanos y entrañables, son la fuerza vital de la película, ya que en estos elementos vemos los rasgos de humanidad que tan vivencialmente pueden ser reconocidos. Zampanò, Gelsomina, así como la tonada de la trompeta, quedan en el imaginario popular como propuestas incontrastables de un cine vivo, rico e influyente. La película también consagraría a Nino Rota, compositor italiano en su tercera asociación con Fellini y que se mantendría en futuras películas, logrando grandes logros. Así también colaboraría con Luchino Visconti, Franco Zeffirelli y Francis Ford Coppola, con el cual ganaría el Oscar por su trabajo en El Padrino.




Datos.

Título Original: La Strada
Dirección: Federico Fellini
Año: 1954
País: Italia
Intérpretes: Giulietta Masina, Anthony Quinn, Richard Basehart, Aldo Silvani, Marcella Rovere, Livia Venturini
Duración: 104 min.