FRESAS
SALVAJES
Intro.
En
la soledad de una habitación, todos nuestros años incrementan las preguntas.
Los niños son fotografías arrugadas en una especie de libro. Los ancianos son un
recuerdo cada vez más imprescindible. Los movimientos quieren cobrar sentido
pero siguen el monótono juego de querer ser algo sin poder serlo realmente. Las
raíces crecen y mueren, salen a la luz y mueren y nos preguntamos sobre el
tiempo, sobre cuantos segundos más podemos seguir escribiendo sobre nuestras
vidas hasta que lleguemos al final. ¿Cómo podemos ser diferentes cuando no
podemos saber qué es la igualdad? ¿Cómo podemos seguir siendo cuando el sabor
de fresas salvajes se mantiene en nuestras bocas toda la vida y eso es lo único
que sabemos probar y disfrutar? ¿Cómo podemos llegar a envejecer así? Te pido
una respuesta a mis tantas preguntas porque sé que solo hay una respuesta y tú
la tienes rondando entre tantas películas.
Cuerpo.
Ingmar
Bergman es el representante total del cine sueco. El director sueco cambiaría
la forma de ver el cine en su país y pese a tener un importante desarrollo en
la etapa muda, el cine sueco había caído en un limbo con ciertas entradas de
moderada importancia hasta la llegada de Ingmar Bergman. Con un grupo
reconocido de colaboradores y actores, Bergman formó paulatinamente un cuerpo
de trabajo basado en su propia técnica y desarrollando temáticas que se
repetirían y transformarían durante toda su carrera como la condición humana,
el miedo a la muerte, la soledad, el paso del tiempo, entre otras que parecían
poner en jaque el espíritu humano. A mediados de los años cuarenta comenzaría
con su carrera como director y escritor, con discretos y contados logros, pero
que formarían la antesala de 1957. En dicho año, Bergman asombraría al mundo
con la realización de El Séptimo Sello, una película magnífica que despliega toda su creatividad
así como las temáticas antes mencionadas. A partir de ella, Bergman construye
su propia imagen y rápidamente su fama se vería incrementada ya que ese mismo
año realizaría otra obra maestra que en todos los sentidos es un clásico: Las
Fresas Salvajes.
En
un solo año, Ingmar Bergman lograría aportar para su país y para el cine
mundial una nueva forma de ver y de crear arte. Ambas películas se proclamarían
como grandes muestras de arte e individualmente lograron cimentar el genio de
Bergman llevando a múltiples reinterpretaciones, estudios y siendo aclamado por
sus pares, entre ellos, y el más notorio, sería Andrei Tarkovsky, el genio
ruso, con el cual tendría un intercambio de halagos, siendo ambos unos maestros
en cuanto a la composición de sus filmes. Las Fresas Salvajes parte como una
vuelta a la niñez de Bergman, como una exploración de su pasado y la incisiva
temática del pasado como influencia directa al presente y como la historia
familiar se repite a través de las generaciones. Así mismo, el tema de la
soledad humana y su confrontación con su existencia forma parte de esa gran
angustia humana que ataca a un hombre viejo, y también como sus errores de
juventud forman parte del presente dentro de sus vástagos y demás contextos.
Para ello, Bergman contó con su grupo habitual de actores y con el apoyo de uno
de sus mentores: Victor Sjöström.
Victor
Sjöström fue un gran director sueco del cine mudo, uno de los más reconocidos
de su tiempo y creador del clásico La Carreta Fantasma, entre otras grandes
piezas artísticas. Esta etapa sería su fortaleza desvaneciéndose a finales de
los años treinta y dedicándose enteramente a la actuación teatral. Bergman lo
tendría como ídolo total en su juventud y ante una primera colaboración (Hacia
la Felicidad, 1950), Bergman lo utilizaría en lo que sería su último rol. Con
78 años, Sjöström encarnó al profesor Isak Borg, en lo que es su papel más
importante. La filmación fue muy difícil, siendo Sjöström un constante problema
debido a su edad, su falta de memoria para con los diálogos y su horario
escaso. Bergman tuvo un tiempo difícil para tratar con él y tuvo que hacer
varias concesiones para lograr terminar la filmación. En cualquier caso, ambos
se llevaban bien desde el aspecto artístico, pudiendo intercambiar pareceres y
contemplando el filme como una oportunidad de recrear algo de arte. La primera
parte de Las Fresas Salvajes contiene muchas reminiscencias de La Carreta
Fantasma, enfatizando la importancia no solo de Sjöström, sino de todo el cine
mudo sueco de calidad, el cual Bergman conocía a la perfección.
La
película es el sencillo viaje de un hombre viejo hacia una premiación mientras
entre sus sueños y recuerdos encuentra a personajes que parecían enterrados en
su presente y como estos cobran vida en la realidad gracias al fortuito
destino, que insiste en mostrarle como la existencia humana es en algún sentido
circular y consecuente con sus actos y decisiones. En este caleidoscopio de
emociones y momentos, Bergman se apoya en su gran grupo de actores, encabezados
en esta oportunidad por Ingrid Thulin y Bibi Andersson. Todo el grupo de actores
cumple a cabalidad con las instrucciones del maestro sueco y Bergman se
esfuerza también en ellos, en proveer un diálogo nutrido a todos los actores y
así recubrirlos de un simbolismo importante, enfatizando cada detalle de dichos
sueños y recuerdos.
Bergman
decía que la idea principal de la película provenía de poder entrar en una
puerta y ver tu infancia ante ti. Poder salir y volver a tu realidad actual.
Como si pudieras jugar con esas dos realidades, donde el tiempo no fuera un
factor. La nostalgia impresa en el filme es el mejor aporte de Bergman: el
pasado es el sensible momento que atesoramos cada vez que podemos sumergirnos
en nuestros recuerdos, pero al mismo tiempo, es una señal de porqué el presente
es la miseria del ser humano, porqué no podemos cambiar los hechos y cómo
nuestros actos son la línea configurada por un tiempo que ya nos dejó. Todos
nuestros miedos, todas nuestras incapacidades por comprender un tiempo nuevo
(que paradójicamente es un paralelo de nuestro tiempo de juventud) y toda la
impotencia por ser una vez más lo que fuimos: seres humanos con trascendencia,
provocando cambios y siendo parte del movimiento actual, porque la ancianidad
es el difícil camino de aceptar nuestros nombres como recuerdos.
Título
Original: Smultronstället
Dirección:
Ingmar Bergman
Año:
1957
País:
Suecia
Intérpretes:
Victor Sjöström, Bibi Andersson, Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand, Julian
Kindahl, Folke Sundquist, Björn Bjelfvenstam, Naima Wifstrand, Günnel
Bronström, Gertrud Fridh, Sif Ruud, Gunnar Sjöberg, Max von Sydow, Ake Fridell,
Yngve Nordwall, Per Sjöstrand, Gio Petré, Gunnel Lindblom, Maud Hansson,
Ann-Marie Wiman, Eva Norée, Lena Bergman, Monica Ehrling
Duración:
91 min.