domingo, 30 de diciembre de 2012


FRESAS SALVAJES
 

 

Intro.

En la soledad de una habitación, todos nuestros años incrementan las preguntas. Los niños son fotografías arrugadas en una especie de libro. Los ancianos son un recuerdo cada vez más imprescindible. Los movimientos quieren cobrar sentido pero siguen el monótono juego de querer ser algo sin poder serlo realmente. Las raíces crecen y mueren, salen a la luz y mueren y nos preguntamos sobre el tiempo, sobre cuantos segundos más podemos seguir escribiendo sobre nuestras vidas hasta que lleguemos al final. ¿Cómo podemos ser diferentes cuando no podemos saber qué es la igualdad? ¿Cómo podemos seguir siendo cuando el sabor de fresas salvajes se mantiene en nuestras bocas toda la vida y eso es lo único que sabemos probar y disfrutar? ¿Cómo podemos llegar a envejecer así? Te pido una respuesta a mis tantas preguntas porque sé que solo hay una respuesta y tú la tienes rondando entre tantas películas.

 





Cuerpo.

Ingmar Bergman es el representante total del cine sueco. El director sueco cambiaría la forma de ver el cine en su país y pese a tener un importante desarrollo en la etapa muda, el cine sueco había caído en un limbo con ciertas entradas de moderada importancia hasta la llegada de Ingmar Bergman. Con un grupo reconocido de colaboradores y actores, Bergman formó paulatinamente un cuerpo de trabajo basado en su propia técnica y desarrollando temáticas que se repetirían y transformarían durante toda su carrera como la condición humana, el miedo a la muerte, la soledad, el paso del tiempo, entre otras que parecían poner en jaque el espíritu humano. A mediados de los años cuarenta comenzaría con su carrera como director y escritor, con discretos y contados logros, pero que formarían la antesala de 1957. En dicho año, Bergman asombraría al mundo con la realización de El Séptimo Sello, una película  magnífica que despliega toda su creatividad así como las temáticas antes mencionadas. A partir de ella, Bergman construye su propia imagen y rápidamente su fama se vería incrementada ya que ese mismo año realizaría otra obra maestra que en todos los sentidos es un clásico: Las Fresas Salvajes.

 


 

En un solo año, Ingmar Bergman lograría aportar para su país y para el cine mundial una nueva forma de ver y de crear arte. Ambas películas se proclamarían como grandes muestras de arte e individualmente lograron cimentar el genio de Bergman llevando a múltiples reinterpretaciones, estudios y siendo aclamado por sus pares, entre ellos, y el más notorio, sería Andrei Tarkovsky, el genio ruso, con el cual tendría un intercambio de halagos, siendo ambos unos maestros en cuanto a la composición de sus filmes. Las Fresas Salvajes parte como una vuelta a la niñez de Bergman, como una exploración de su pasado y la incisiva temática del pasado como influencia directa al presente y como la historia familiar se repite a través de las generaciones. Así mismo, el tema de la soledad humana y su confrontación con su existencia forma parte de esa gran angustia humana que ataca a un hombre viejo, y también como sus errores de juventud forman parte del presente dentro de sus vástagos y demás contextos. Para ello, Bergman contó con su grupo habitual de actores y con el apoyo de uno de sus mentores: Victor Sjöström.

 
 
 
 

Victor Sjöström fue un gran director sueco del cine mudo, uno de los más reconocidos de su tiempo y creador del clásico La Carreta Fantasma, entre otras grandes piezas artísticas. Esta etapa sería su fortaleza desvaneciéndose a finales de los años treinta y dedicándose enteramente a la actuación teatral. Bergman lo tendría como ídolo total en su juventud y ante una primera colaboración (Hacia la Felicidad, 1950), Bergman lo utilizaría en lo que sería su último rol. Con 78 años, Sjöström encarnó al profesor Isak Borg, en lo que es su papel más importante. La filmación fue muy difícil, siendo Sjöström un constante problema debido a su edad, su falta de memoria para con los diálogos y su horario escaso. Bergman tuvo un tiempo difícil para tratar con él y tuvo que hacer varias concesiones para lograr terminar la filmación. En cualquier caso, ambos se llevaban bien desde el aspecto artístico, pudiendo intercambiar pareceres y contemplando el filme como una oportunidad de recrear algo de arte. La primera parte de Las Fresas Salvajes contiene muchas reminiscencias de La Carreta Fantasma, enfatizando la importancia no solo de Sjöström, sino de todo el cine mudo sueco de calidad, el cual Bergman conocía a la perfección.

 
 
 
 

La película es el sencillo viaje de un hombre viejo hacia una premiación mientras entre sus sueños y recuerdos encuentra a personajes que parecían enterrados en su presente y como estos cobran vida en la realidad gracias al fortuito destino, que insiste en mostrarle como la existencia humana es en algún sentido circular y consecuente con sus actos y decisiones. En este caleidoscopio de emociones y momentos, Bergman se apoya en su gran grupo de actores, encabezados en esta oportunidad por Ingrid Thulin y Bibi Andersson. Todo el grupo de actores cumple a cabalidad con las instrucciones del maestro sueco y Bergman se esfuerza también en ellos, en proveer un diálogo nutrido a todos los actores y así recubrirlos de un simbolismo importante, enfatizando cada detalle de dichos sueños y recuerdos.

 
 
 

 
Bergman decía que la idea principal de la película provenía de poder entrar en una puerta y ver tu infancia ante ti. Poder salir y volver a tu realidad actual. Como si pudieras jugar con esas dos realidades, donde el tiempo no fuera un factor. La nostalgia impresa en el filme es el mejor aporte de Bergman: el pasado es el sensible momento que atesoramos cada vez que podemos sumergirnos en nuestros recuerdos, pero al mismo tiempo, es una señal de porqué el presente es la miseria del ser humano, porqué no podemos cambiar los hechos y cómo nuestros actos son la línea configurada por un tiempo que ya nos dejó. Todos nuestros miedos, todas nuestras incapacidades por comprender un tiempo nuevo (que paradójicamente es un paralelo de nuestro tiempo de juventud) y toda la impotencia por ser una vez más lo que fuimos: seres humanos con trascendencia, provocando cambios y siendo parte del movimiento actual, porque la ancianidad es el difícil camino de aceptar nuestros nombres como recuerdos.

 



 

Datos.

Título Original: Smultronstället
Dirección: Ingmar Bergman
Año: 1957
País: Suecia
Intérpretes: Victor Sjöström, Bibi Andersson, Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand, Julian Kindahl, Folke Sundquist, Björn Bjelfvenstam, Naima Wifstrand, Günnel Bronström, Gertrud Fridh, Sif Ruud, Gunnar Sjöberg, Max von Sydow, Ake Fridell, Yngve Nordwall, Per Sjöstrand, Gio Petré, Gunnel Lindblom, Maud Hansson, Ann-Marie Wiman, Eva Norée, Lena Bergman, Monica Ehrling
Duración: 91 min.

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