JEZEBEL
Nuestra
manera de ser. Nuestra manera de movernos en los espacios. Nuestra manera de
observar la vida y de danzar a través de ella… como cisnes esperando el dulce
llamado de la muerte. Nuestra única manera de ser, con un traje rojo escotado,
arrojando palabras que no se pueden pronunciar en un tiempo tan conservador.
Nuestra única manera de ser, con las mejillas sonrojadas y nuestra mirada
atenta hacia los inmaculados movimientos de hombres sin mayor razón que ser
hombres. Nuestra única manera de ser. Nuestra manera de ser.
El
movimiento de unos labios carmesí y su atenta mirada, como si pudiera calcular
los movimientos ajenos. Ese simple andar elegante que desplaza a personas de
habitaciones en blanco y negro, o el triste andar que destruye bosques de la
imaginación. Cuando ella levanta la mirada es como si el silencio fuera todo,
como si pudiéramos detener el tiempo y pensar que todo es artificial: el tiempo
no tiene extremos, el espacio no tiene color ni forma y todo lo demás es
superfluo… solamente a través de una mirada. Y todo puede ser conquistado, todo
puede ser reducido a un simple regalo que contienes en tus manos y no lo dejas
caer nunca. Todo se justifica ante el ineludible sentimiento del amor. Y ahora
es tiempo de amar.
Cuerpo.
Cuando
la novela de Margaret Mitchell, Lo que el Viento se Llevó, iba a ser adaptada
al cine solamente se tenía una sola persona para el papel principal: la gran e
ineludible Bette Davis. El público la había elegido largamente en una encuesta
nacional y muchos críticos estaban de acuerdo con la elección. Selznick, el
productor del filme, estaba más dubitativo, pero Davis era la favorita del
público para interpretar a Scarlet O’Hara. Tristemente la productora de Davis,
Warner Bros., quería ofrecer un paquete a Metro-Goldwyn-Mayer: Errol Flynn,
Bette Davis y Olivia de Havilland en los papeles estelares. Flynn era una
elección más que dudosa. Para muchos era inadecuado para la parte, además de no
tener buena relación con algunos personajes del medio, sobre todo Bette Davis,
quien no ocultaba su aborrecimiento en contra de este. Además de Selznick
prefiriendo desde un comienzo a Gable. La falta de dinero por Davis y la
presión por querer incluir a Flynn en la película colmaron las expectativas de
Selznick, quien rechazó todo acercamiento con dichos actores. Al final y de
manera paradójica, solamente De Havilland lograría formar parte de la tan
aclamada producción. Davis nunca perdonaría al estudio por ello.
Warner
Bros. no encontró mejor manera de remediar su error que ofrecer a su actriz
principal un papel cuyas similitudes se acercan al papel de Scarlet O’Hara: se
trataba de Jezebel, la obra de Owen Davis, Sr. y adaptada por Clements Ripley,
Abem Finkel, John Huston y Robert Buckner. La película resultaría ser un éxito
total desde todos los puntos de vista. Davis ganaría su segundo Oscar en esta
película y comenzaría una serie de películas exitosas, convirtiéndola en una
de las más grandes actrices de los años cuarenta. La diva americana se
convertiría en un icono de su época encontrando en su vida profesional períodos
oscuros y reivindicaciones totales para finalizar como una de las más grandes
actrices del séptimo arte. Bette Davis es y será una profesional en todo el
sentido de la palabra. Su amor por el trabajo es una muestra viviente en cada
una de sus interpretaciones, en cada uno de sus momentos de lucha contra su
libertad laboral, con sus problemas emocionales y personales, y con esa extraña
sensación de reconquistar lo que nunca parecía haber perdido: su grandiosidad.
Jezebel
fue el consuelo de Bette Davis. La producción fue dirigida por el gran William
Wyler, con el cual Davis tendría un tórrido romance en plena producción,
calificándolo ella como el gran amor de su vida y la producción de Jezebel como
los momentos más felices de toda su vida. Wyler era un director de clase. Siendo
un realizador dentro de Hollywood, cumplía a cabalidad en mantener producciones
que satisfacieran a sus jefes y público, y al mismo tiempo poder desarrollarse
como un artista individual. Wyler ganaría tres Oscar en su carrera y numerosas
producciones de éxito desde la etapa de los años treinta hasta finales de los
cincuenta. No solo era reconocido por manejar grandes superproducciones, sino
por saber conducir a estrellas a su futuro éxito, a pesar que en el
procedimiento de trabajar con ellas era algo difícil lidiar.
Jezebel
se desarrolla a partir del personaje de Davis, Julie Marsden, una joven sureña
engreída que hace y deshace según su parecer. La película se desprende como una
de las típicas superproducciones hollywoodenses de buen estilo, con grandes
intérpretes y con la buena mano de un director de gran experiencia. Sus
similitudes con Lo que el Viento se Llevó son difíciles de dejar notar y es que
debido a las dificultades en cuanto al reparto y producción, la película de
Selznick se retrasaría un año en su realización, por lo cual Jezebel lograría
captar el imaginario de la audiencia, al menos antes de la salida de Lo que el
Viento se Llevó, ya que esta es reconocida por su magnificiencia dentro del
mundo del cine y su estatuto como el producto más genuino y colosal salido de
Hollywood. Jezebel logró catapultar a Bette Davis gracias a que fue un producto
explícito para ese propósito. Davis brilla de comienzo a fin e incluso la
colaboración de grandes actores, como Henry Fonda y George Brent, es
evidentemente entendida como todo un proceso y uso de elementos para resplandecer
la figura de la blonda intérprete.
De
los grandes logros de la película podemos señalar el buen despliegue de trajes
para Davis, estéticamente dedicados por Orry-Kelly, uno de los más afamados
diseñadores de Hollywood, quien trabajaría en numerosos clásicos. La película y
el personaje de Davis se han convertido en una especie de legado feminista, en
el aspecto de la contraposición del carácter femenino con el tiempo
representado dentro del filme, destacando las agallas y las maneras por parte
de la heroína, pues así termina siendo catalogada, para reconstruirse y
devolver a su persona toda la capacidad de una mujer batalladora e
incuestionable, a pesar que el tema central es ese exactamente. Jezebel es
reconocida por eso y se mantiene como un estandarte de la mujer progresista y fuera
de su tiempo. A ellos podemos agregar toques sublimes dentro de la historia con
un punto de quiebre impresionante: una contraposición de vestidos con una
técnica exquisita ayudado por el buen guión, que no solo resalta el gran
momento de cámaras para la escena, sino la soberbia de recrear una idea
inclusive cuando el technicolor no es parte del proceso. Y eso es así. Todo el
esplendor de Davis en pantalla. Sin cuestionamientos, sin crítica alguna
posible. Davis siendo totalmente Davis. Fin.
Datos.
Título
Original: Jezebel
Dirección:
William Wyler
Año:
1938
País:
Estados Unidos
Intérpretes: Bette Davis, Henry Fonda, George Brent,
Donald Crisp, Fay Bainter, Margaret Lindsay, Richard Cromwell, Henry O’Neil,
Spring Byington, John Litel, Gordon Oliver, Janet Shaw, Theresa Harris, Margaret
Early, Irving Pichel, Eddie Anderson
Duración:
103 min.
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