martes, 7 de mayo de 2013


ORFEO
 
 
 

Intro.

Observas a través de los espejos formas que antes no habías cuestionado. Observas a través de los espejos formas que creías muy distantes a tu persona, pero que ahora están más cercanas a ti y a los tuyos. ¿Quién eres cuando descubres que tu realidad es una sencilla hoja de papel en blanco y cuando hay entes mucho más allá de tu más complejo pensamiento? Aún puedes recitar poemas y puedes escribir versos inclusive en el aire, pero cuando el aire gélido de la muerte se posa sobre tu cabeza, tu boca está seca y las palabras muertas no tienen sonido. Estás a merced de tus propias sombras y temores, y lo único que puedes pensar es en el amor, en aquella persona que sabe de tus pensamientos y que con una sola frase puede revertir todo esto. Ella, siempre ella, cobijándote inclusive antes de conocerte.
 

 




Cuerpo.

Jean Cocteau fue un estudioso del cine. A partir de sus diferentes facetas de poeta, pintor, novelista, dramaturgo, guionista, diseñador y director pudo imprimir su propia firma a sus proyectos y colaboró con el desarrollo del cine francés durante los años treinta, cuarenta y cincuenta. Su particular estilo lo llevaron a mantenerse en el imaginario del pueblo francés y a desarrollarse internacionalmente gracias a la poética de las imágenes creadas y a los simples pero por demás interesantes usos especiales propuestos en estos filmes. Cocteau no solamente buscaba desarrollar el aspecto estilístico dentro del cine, sino que también proponía la profundidad en cuanto a las temáticas sociales y políticas dentro de su país, pero a través del lenguaje subliminal de la poética y de una total consciencia que el cine era un medio para la educación y la creación de la crítica del individuo.

 
 
 
 

Para 1950, Cocteau era una personalidad en  la literatura, el cine y el teatro. Su nombre era parte del movimiento artístico en Francia y Europa, y sus creaciones siempre buscaban proponer nuevas perspectivas o el tratamiento de un problema social desde una óptica diferente. Cocteau era también reconocido por su círculo de amigos intelectuales y por las asociaciones artísticas necesarias para sus proyectos. Después de varios proyectos en el cine, Cocteau decidió dirigir Orfeo, basado en el mito griego. Orfeo forma parte de la trilogía órfica de Cocteau, la cual empieza con La Sangre de un Poeta (1930) y finaliza con El Testamento de Orfeo (1960). Orfeo es sin lugar a dudas su película más conocida y de mayor logro, mostrando su capacidad para adaptar un mito a la Francia de su tiempo, creando analogías y logrando “modernizar” una historia para lograr una narrativa interesante y continua que representa una influencia determinante dentro del cine francés.

 
 
 

 
Jean Marais es el “héroe” Orfeo. Marais fue también parte vital dentro del enriquecimiento del cine francés dentro de los años treinta y las dos década siguientes, logrando ser uno de los rostros más representativos de su país, formando parte de diversas corrientes, desde filmes intelectuales, de acción y familiares, promoviendo su imagen de galán y de celebridad en su país e internacionalmente. Un icono de su generación, Marais lograría esta distinción gracias a su asociación con Cocteau, abriéndose para él mayores asociaciones con otros realizadores así como su apertura al cine internacional. Al lado de Marais trabajan actores de largo trayectoria y de gran presencia en el cine francés. Marie Déa y Francois Perier eran conocidos actores franceses que mantendrían una larga trayectoria. También podemos ver a la actriz de origen español Maria Casares de pocos pero esenciales y representativos roles, siendo imagen de algunos filmes franceses muy reconocidos. Así mismo, en roles menores podemos visualizar a la cantante Juliette Gréco y otras figuras asociadas con el arte y Cocteau. La cinematografía estaría a cargo de Nicolas Hayer, gran artista en las etapas más importantes del cine francés y colaborador de grandes realizadores como Buñuel, Clouzot, Melville, Duvivier, entre otros; mientras que la composición está a cargo de George Auric, de gran trayectoria en el cine francés e inglés.

 
 
 
 

Cocteau propone un híbrido a partir de un mito clásico y la Francia de los años cuarenta, con observaciones a la juventud, al arte moderno, a la política de su país y a las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, como parte del proceso de asimilación y restauración. Esta técnica de Cocteau es bastante precisa y siendo él mismo el guionista es bastante persuasivo en la creación del diálogo procurando en detalle el uso de conversaciones que promueven tanto impregnar de profundidad a las dos realidades: Cocteau como creador tiene esa conciencia creativa, obligado a nutrir al público en cuanto es para él una responsabilidad culturizar, pero haciéndolo con conciencia crítica demostrativa. Si a ello le añadimos un uso particular de efectos especiales y de técnicas de filmación, se propone adentrarnos a un contexto impersonal y ajeno, que desnuda nuestras propias perspectivas de lo que puede ser narrado en la pantalla y que a partir de ello surga con una singular sencillez. Sin ningún reparo en cuanto a convenciones, Cocteau utiliza su propia voz en off, contándonos el relato del mito sin esperar una reacción natural de conocer la historia anticipadamente y plantearla sin causalidad, ya que el maestro francés hace todo lo contrario sorprendiéndonos con su puesta en escena y logrando su mayor logro y la mayor satisfacción de un artista provocando la experimentación como una de sus mejores armas. Cocteau es un genio en diferentes ámbitos y un detallista para crear con esmero aquello que representa más importante: el arte como aprendizaje para entender la vida.


 




Datos.

Título Original: Orphée
Dirección: Jean Cocteau
Año: 1950
País: Francia
Intérpretes: Jean Marais, Francois Périer, María Casares, Marie Déa, Henri Crémieux, Juliette Gréco, Roger Blin, Edouard Dermithe, René Worms
Duración: 95 min.

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