HARAKIRI
Intro.
El filo de una espada es la última sensación real. La mutilación de tu cuerpo parece un precio ínfimo por aquello que te espera en la eternidad. Estas decisiones no son nunca cuestionadas y durante siglos guerrero tras guerrero encuentro el último reflejo de sus ojos como la claridad de todo aquello que ha vivido. Miles de muertos en guerras. Miles de muertos por sus propias manos. Dentro de toda la sangre goteando en cada uno de estos hogares el honor se forma como la imagen de un país y la redención ante un ser mucho más eterno que la misma humanidad. Cuando los caminos estén manchados con letras rojas, tus pies reconocerán muchos nombres con muchas historias y antes de continuar con tu camino, sombras y espadas se acercan a ti: el pasado está tratando de decirte algo.
El filo de una espada es la última sensación real. La mutilación de tu cuerpo parece un precio ínfimo por aquello que te espera en la eternidad. Estas decisiones no son nunca cuestionadas y durante siglos guerrero tras guerrero encuentro el último reflejo de sus ojos como la claridad de todo aquello que ha vivido. Miles de muertos en guerras. Miles de muertos por sus propias manos. Dentro de toda la sangre goteando en cada uno de estos hogares el honor se forma como la imagen de un país y la redención ante un ser mucho más eterno que la misma humanidad. Cuando los caminos estén manchados con letras rojas, tus pies reconocerán muchos nombres con muchas historias y antes de continuar con tu camino, sombras y espadas se acercan a ti: el pasado está tratando de decirte algo.
Cuerpo.
La época de oro del cine japonés comenzó en los años 50 con Akira Kurosawa y Rashomon. A partir de allí, el cine japonés nunca sería visto con los mismos ojos. Así, Kurosawa siguió reescribiendo el cine japonés y mundial con diferentes entregas, y a él se unirían los increíbles talentos de Yasujiro Ozu y Kenji Mizoguchi, directores ya reconocidos con un cuerpo extenso de trabajo. Este trío de increíbles directores moldearía toda una década y colocaría a Japón dentro de lo más alto del cine mundial. Este desarrollo también llevó a múltiples exploraciones de directores ávidos de un nuevo rostro y una nueva narración del cine en su país. Así, estos directores se atrevieron a tocar temas antes censurables, a reinventar géneros y a demostrar un enorme campo de individualidades lleno de talento. A finales de los años 50 surge un director que va en contra de lo establecido y cuyas entregas son una crítica abierta al sistema político y social de su país: Masaki Kobayashi.
Kobayashi sería reconocido a finales de los 50 por esa inmensa y apasionante obra conocida como La Condición Humana, cuyo creación se divide en tres películas y más de nueve horas de filmación. Junto a ella, se encuentra también Harakiri. Esta película nos presenta como protagonista a Tatsuya Nakadai, quien también sería el estelar en la trilogía de La Condición Humana. Nakadai sería legendario por su asociación con Kobayashi pero también estaría a lado de los directores japoneses más renombrados de su tiempo como Kurosawa, Hiroshi Teshigahara, Mikio Naruse, Kihachi Okamoto, Hideo Gosha, Kon Ichikawa, entre otros. Famosa fue también su asociación con Kurosawa cuando los problemas personales del director japonés con la estrella Toshiro Mifune hicieron de Nakadai su actor principal. Su condición actoral lo mostraría como un actor entre generaciones puesto que su técnica asimilaba parte de la tradición en Japón y también buscaba conectarse con las nuevas corrientes descubiertas en los años cincuenta y sesenta. Esta versatilidad le permitiría la aceptación de los directores y un trabajo bastante extenso durante las siguientes décadas.
Harakiri es una película que nos describe la época Edo entre 1619 y 1630, etapa caracterizada por la caída de los señores feudales y de sus samurái. Esto llevaría a los últimos al sacrificio máximo, conocido como harakiri o seppuku. La otra opción era convertirse en ronins, guerreros sin mando alguno que trabajaban para el mejor postor o en peor caso, se convertían en malhechores. Es así como ante la falta de una organización política o social definida llevada por el caos y por las constantes inconsistencias en lo que se entiende como el honor, Kobayashi recrea un mundo sin moral ni valores iniciando también un paralelo con la situación que vivía en su país. No es de extrañar por eso la inevitable censura en varios de sus proyectos, y en contraparte, la óptima recepción obtenida en diversos países que encontraban en este tipo de protestas que lindan con lo artístico, como el más clamoroso grito de justicia. Kobayashi con todo su cuerpo técnico y reparto crearían un filme incontrastable, gracias al esfuerzo en cada uno de sus parámetros. Así, Harakiri fue una película difícil de hacer debido a sus exigencias. Kobayashi utiliza bastante la simbología, los objetos y acciones como puentes mediáticos con una realidad y otra. Imprimir esta ideología llevó a un delicado trato en cuanto a las tomas, procurando el detallismo, a veces de manera muy arriesgada, como utilizando espadas verdaderas o haciendo coreografías exactas de las batallas. Recibió el premio especial del jurado en Cannes en 1963, perdiendo la Palma de Oro con El Gatopardo de Visconti.
Datos.
Título Original: Seppuku
Dirección: Masaki Kobayashi
Año: 1962
País: Japón
Intérpretes: Tatsuya Nakadai, Rentaro Mikuni, Shima Iwashita, Akira Ishihama, Tetsuro Tamba, Ichiro Nakaya, Yoshio Aoki
Duración: 135 min.
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