martes, 19 de mayo de 2015


LA RUEDA




Intro.

Mientras todo el progreso se mueve, la modernidad nos sigue haciendo daño. Mientras meditamos en la quietud de nuestros hogares, las ruedas de evolución se siguen moviendo y mientras aplastan a todo aquello que es sinónimo de paz y silencio, seguimos meditando sabiendo que el tiempo se nos acaba…






Cuerpo.

Napoleón de Abel Gance es un hito en la historia. Su capacidad de experimentación y sofisticación es algo único e irrepetible. Gance demostró ser un maestro en el cine mudo, lo cual terminaría afectando su desempeño en el cine hablado. Pero Napoleón no es el único de los triunfos del maestro francés. El director es recordado también por dos películas previas a Napoleón y que ya dejaban ver su gran talento para películas épicas: Yo Acuso (1919) y La Rueda (1923). Estas tres producciones son Gance en su punto culminante, desplegando con arrojo y determinación técnicas que influenciarían decididamente a la mayoría de futuras obras importantes y sería, junto a D. W. Griffith, uno de los directores más originales de su época.






Como sucediera posteriormente con Napoleón, La Rueda fue una producción de grandes proporciones, lo que equivalía en Gance a crear un filme de extensa duración. La Rueda en su versión original tenía una extensión de casi nueva horas, las cuales tuvieron que ser reducidas para poder estrenarse. La producción en sí sería un viaje emocional para Gance, quien se recuperaba de gripe en esos momentos y que una compañera, Ida Danis, estaba muriendo por tuberculosis, algo que ocurriría con su amigo y el actor principal de La Rueda, Séverin-Mars, cuando terminaron de hacer el filme. En su juventud, Abel Gance había sido diagnosticado con tuberculosis, enfermedad mortal en su tiempo, pero milagrosamente pudo recuperarse y esto era una carga emocional aún mayor para el director de 34 años.






La Rueda fue la siguiente producción a tomar por Gance después de la antibélica producción de Yo Acuso, creada en 1919. Yo Acuso fue una película que comenzó a fomentar la leyenda del genio galo, quien había iniciado técnicas que aún de manera rudimentaria impactaban en la pantalla. Ello le abriría una perspectiva interesante para su siguiente proyecto. Yo Acuso le había tomado un año para filmar. Finalizada en 1923, La Rueda fue un paso más dentro de las técnicas de iluminación, edición y desenfoques por parte de Gance. La primera escena del filme en donde se muestra la volcadura de un tren es un ejemplo del dominio del director por las tomas rápidas y la búsqueda de acción, algo que terminaría cristalizando a la perfección en Napoleón. Parte del dominio de Gance en estas producciones se debe también a su habilidad como escritor, ya que él era también guionista de estas obras, manteniendo así un control total en cuanto al desarrollo de la obra.






Su infortunio provenía de la longitud de dichas obras. Gance no escatimaba en filmar todo aquello que consideraba necesario, lo cual lo dejaba con horas y horas de filmación que debían ser editadas y reducidas sustancialmente para su proyección. Ese trabajo, con sus tres obras maestras, fue algo que perduró durante toda la vida del polifacético director, ya que los continuos cambios simplemente lo dejaban con pérdidas de material o cortes por parte de productores internacionales. En sus tres películas principales, una versión definitiva es inexistente, pero la mayoría del material ha sido reunido y restaurado bajo la idea original del maestro francés.






La Rueda es un nostálgico drama sobre las relaciones de familia y como el tiempo afecta nuestros pareceres. Séverin-Mars, en su última gran actuación, representa un tiempo antiguo en el cual  basándose en el sacrificio logra forjar una familia disfuncional y que debido a su carácter la conduce torpe pero honradamente. Hay muchos aspectos psicológicos en los personajes que resaltan la idea de amor exacerbado, que proponen un idealismo falso, confundido por el mismo aislamiento del hombre. El objeto de deseo representado por Ivy Close es el típico arquetipo de doncella femenina de la etapa muda: inocente, dependiente e incapaz de entender la realidad en la que se sumen los hombres. Gance logra embellecer esta historia con aspectos técnicos de notoriedad y por los cuales se convertiría en un director exquisito y referente. La Rueda se convertiría en un triunfo más del director francés y lo embarcaría en su monumental versión de Napoleón.






Datos.

Título Original: La Roue
Dirección: Abel Gance
Año: 1923
País: Francia
Intérpretes: Séverin-Mars, Ivy Close, Gabriel de Gravone, Pierre Magnier, Max Maxudian, Georges Térof, Gil Clary
Duración: 273 min.

domingo, 10 de mayo de 2015


LOS OLVIDADOS




Intro.

Todos los nombres están borrados. Sus rostros los puedes recordar, pero de alguna manera escapan de tu memoria. Eran niños y seguirán siendo niños cada vez que no puedas observar la violencia en las calles, cada vez que no descubras la máscara en tu rostro y no trates de removerla.






Cuerpo.

Buñuel siempre tendría muchos problemas de censura en su carrera, debido a la temática y a ciertos extremos que se permitía en sus producciones. La búsqueda de originalidad y arte en sus producciones lo aislaron de Francia por L’Age d’Or (1930), una película que “atacaba” a la religión y las buenas costumbres, y que sería prohibida por más de cuarenta años. Después, Las Hurdes: Tierra sin pan (1933) sería duramente criticada y prohibida en España por las muestras de pobreza, siendo considerada antirevolucionaria. Todos estos problemas y la falta de adaptación a los modelos hollywoodenses hicieron que Buñuel terminara en México, en donde permanecería el resto de su vida.





México se encontraba en la llamada era dorada del cine, en donde la industria era una de las más rentables del país, contando con estrellas de todo calibre y se abría paso al cine internacional. Buñuel estaba en contactos con el productor ruso Óscar Dancigers para hacer su primera película en México. El resultado sería Gran Casino (1947) y a pesar de contar con las estrellas de Libertad Lamarque y Jorge Negrete sería un fracaso de taquilla. El siguiente proyecto fue El Gran Calavera de 1949 y sería exitosa, probando mayor credibilidad al director español y dándole la ventaja de escoger su siguiente proyecto con cierta libertad. El resultado sería la polémica Los Olvidados.





Dancigers estaba buscando crear una película sobre la pobreza en México pero de una perspectiva seria y critica. Buñuel accedió a ello, a pesar de tener otras ideas en mente, y junto a Jesús Camacho idearon un guion para un drama realista, pero que también contenía mucho de las temáticas de Buñuel, sobre todo el surrealismo. Como era usual en el director del español, las convenciones de como crear un drama no se ajustaban a las usuales y esto también formaría parte de controversia. La película no sería muy bien tomada desde un inicio. Varias personas conectadas con el filme tuvieron que ser separadas o renunciaron debido a que entendieron que Buñuel mostraba un México pobre y ruin, y ello no proyectaba los valores o la mejor faceta del país. Al momento de su estreno, muchos detestaron lo que vieron en pantalla e incluso hubo intentos de agresión en contra de Buñuel. Este continuo malestar provocó que Dancigers sacara la película de circulación tras tres días de exhibición.





Uno de los más grandes admiradores de Los Olvidados sería el escritor Octavio Paz y sería gracias a él que la película obtendría mayor exposición, logrando que fuera admitida como selección de México para el Festival de Cannes en 1951. Su incesante labor logró que muchos surrealistas y artistas europeos vuelvan su mirada hacia el proyecto de Buñuel, convirtiéndolo en una celebridad y restaurando su calidad y confianza en México. Buñuel sería galardonado como mejor director en Cannes y con el Premio Internacional de los Críticos del Fipresci. La película sería un ejemplo de la desolación y la crueldad provocada por la pobreza, siendo en el 2003 una de las películas, junto a Metropolis, en ser elegida como parte del Programa Memoria del Mundo de la Unesco al ser considerada patrimonio histórico mundial.





Los Olvidados nos centra en la realidad de niños en las calles siendo parte de la miseria. Debido a la falta de roles paternos ideales y de la arraigada pobreza que afecta a las familias de cada uno, si es que cuentan con una, estos seres humanos simplemente responden a sus instintos primarios y a convertirse en parte de una jungla que entiende que el más fuerte o el más astuto debe sobrevivir a costas de los demás. Esta ejemplificación nos muestra grupos definidos pero nada funcionales en cuanto a soluciones se trata: están aquellos que quieren ayudar pero que no son suficientes, aquellos que tratan de cambiar pero el medio no se los permite y aquellos cuyos actos erróneos no pueden ser enmendados y peor aún, se multiplican cada vez más. Si bien parecemos estar ante un filme sin esperanza, nos encontramos sobre todo ante un filme de reflexión. El ser humano es víctima porque su sociedad es víctima al no buscar la solución totalitaria. Ante esta incomprensión por desarrollarse como conjunto muestra carencias individuales cuyas desigualdades existen debido a una realidad inamovible: el ser humano en muchas de sus variantes no se permite coexistir con su par. Ese es exactamente el dilema. Ernesto Alonso sería parte de la película con una voz en off que nos remite a un final devastador, algo que trataron de corregir con un “final feliz”, pero que se mantendría más como anécdota que como parte del resultado final. Buñuel se mantendría en México explotando sus temáticas y paulatinamente el mercado internacional también formaría parte de sus futuros logros.






Datos.

Título Original: Los Olvidados
Dirección: Luis Buñuel
Año: 1950
País: México
Intérpretes: Stella Inda, Miguel Inclán, Alfonso Mejía, Roberto Cobo, Alma Delia Fuentes, Francisco Jambrina, Jesús Navarro, Efraín Arauz, Jorge Pérez, Javier Amézcua, Mário Rámirez
Duración: 80 min.


sábado, 28 de marzo de 2015


LA SOMBRA DE NUESTROS ANTEPASADOS MUERTOS




Intro.

Yo solo entiendo amor de una sola manera. A tu lado. Yo solo entiendo amor sin tantas complicaciones, con los simples actos que rescatan que eres única. Pero también entiendo que la vida es una complejidad que no puedo terminar de analizar, algo que a veces necesito dejar de lado. Solo tú, eso es lo principal, solo tú.







Cuerpo.

También conocida como Los Corceles de Fuego, La Sombra de Nuestros Antepasados Muertos es la película más popular del director soviético Sergei Paradjanov. En la Unión Soviética, el realismo socialista era la única manera de interpretación del arte y que conllevaría a la adaptación de muchos artistas en estas bases, o en su defecto, a su condena. Incluso los directores más grandes que ha producido este país, como Eisenstein y Tarkovsky tuvieron que lidiar con las restricciones e imposiciones del gobierno, en algunos casos perdiendo filmes completos debido a la intolerancia del régimen. A lo largo de su vida Paradjanov habría sido detenido en diferentes oportunidades, siendo encerrado por siete años la primera vez. Aún así, Paradjanov fue un artista libre que contempló la mayoría de sus obras prohibidas, truncadas y olvidadas, pero que tendría una redención como uno de artistas más logrados de su época.






Antes de La Sombra de Nuestros Antepasados Muertos, Paradjanov se mantuvo en el cine por más de diez años. En esa época, el director soviético empezó a crear obras bajo el sentido de la política de su país, incluyendo cortometrajes y documentales. Sería a través de otro gran artista soviético, Andrei Tarkovsky, y su filme La Infancia de Iván (1962), que Paradjanov descubriría un nuevo sentido con respecto al cine y entendería que la única manera de establecer una ideología era creando algo propio. Debido a su lugar de nacimiento y a previos trabajos, Paradjanov tenía conocimiento de las tradiciones en Georgia y Ucrania, y utilizaría todo ello para darle un tinte poético a su filme.






La Sombra de Nuestros Antepasados Muertos estaría basada en la obra clásica de Mykhailo Kotsiubynsky, un escritor dedicado a la vida y costumbres ucranianas del siglo XX. Paradjanov enfatizó el tema costumbrista desde muchos puntos de vista, desde la naturaleza humana en cuanto a convivencia y enfrentamientos sociales hasta el detallismo en sus ritos, ceremonias y celebraciones. Ello también se vio reforzado por la música, el vestuario, ambientación, filmación en exteriores, entre tantos aspectos que el director soviético tomó en cuenta. En otras cuestiones formales, Paradjanov también tomó muy en cuenta el color. Así como la película se debate en muchos simbolismos, el color es parte de la emoción, de los rituales y de la tradición de los hutsules, un grupo étnico cultural que habitaba en las montañas de Ucrania. El colorido de las casas, de los trajes, en contraste con los campos, el la nieve y la naturaleza es clave. Así también el uso del blanco y negro para enfatizar ciertos momentos así como un magenta acrecentado para otros. La película sería tan original que el gobierno no puso impedimentos, inclusive fue presentada en el idioma ucraniano original, lo cual era algo inusual ya que todas las películas dentro de la Unión Soviética eran dobladas a ruso. Esta sería la única película en donde Paradjanov tendría completo control creativo.






La Sombra de Nuestros Antepasados Muertos es una propuesta poética, definida tanto en aspectos formales como en el contenido. Paradjanov busca mostrar la naturaleza de un pueblo a partir de símbolos, creando momentos de total armonía pero también de la severidad de los contenidos. Un conflicto, un tema amoroso y los azares de la realidad son motivaciones construidas por Paradjanov en total sincronía del hombre con su medio. Con un conocimiento bastante amplio de las costumbres de los hutsules y un total respeto, Paradjanov configura todo aquello que es parte de la vida a partir de una estética propia, enriquecida por el dominio total de su producto, algo que es prácticamente imposible en el cine, pero que permite a Paradjanov un total despliegue de sus recursos poéticos y estilísticos.






Datos.

Título Original: Tini Zabutykh Predkiv
Dirección: Sergei Paradjanov
Año: 1964
País: Unión Soviética
Intérpretes: Ivan Mykolaichuk, Larisa Kadochnikova, Tatyana Bestayeva, Spartak Bagashvili, Nikolay Grinko, Leonid Yengibarov, Nina Alisova
Duración: 97 min.

jueves, 19 de marzo de 2015


EL DULCE AROMA DEL ÉXITO




Intro.

¿Puedes oler las entrañas de esta ciudad? Puedes simplemente meter tu dedo y la pus empezará a emanar de todos los espacios, incluso de aquellos que crees que se mantienen limpios. La ciudad se pudre y existen algunos que la adoran, que no cambiarían su lugar por todo el oro del mundo, adoran ver el estreno en primera fila mientras la putrefacción sube por sus piernas y saber que son parte de todo ello… y saber que pueden sonreír con todos aquellos que sonríen mientras no existe nada decente en el mundo.




Cuerpo.

En los años cincuenta, la compañía Hecht Hill Lancaster produjo un grupo de películas influyentes y de una calidad artística muy denotada. Algunos de estos productos fueron éxitos instantáneos mientras que otros se convirtieron en filmes modestos que terminarían siendo obras muy apreciadas paran futuras generaciones. La compañía empezaría bajo el nombre de Norma Productions bajo la conducción de Burt Lancaster y su agente Harold Hecht. Después se convertiría en Hecht Lancaster y a mediados de los cincuenta se uniría James Hill. Entre estas producciones se destacan Veracruz (1954), Marty (1955), Trapecio (1956), Mesas Separadas (1958), Los que no perdonan (1960), El Hombre de Alcatraz (1962), entre otras.





El Dulce Aroma del Éxito sería una película muy criticada en su estreno, no teniendo la recepción esperada por parte de los productores. Con el tiempo el filme ha tenido una mejor aceptación. Su tono sarcástico y depresivo ha sido un reflejo más exacto de ciertas sociedades modernas y el enfoque realista de una ciudad importante ha sido una descripción de New York en momentos de cambio, pudiendo apreciarse algunos lugares históricos que ya no existen en estos tiempos. Así también la fotografía y la dirección han sido rescatadas de sus iniciales críticas, y la elección del reparto tanto como las actuaciones de Lancaster y Curtis han sido vistos bajo una nueva luz. En toda esta nueva óptica, el drama del director Alexander Mackendrick resalta por su atrevida aproximación al mundo periodístico.





Mackendrick fue un director escocés muy importante en Inglaterra en la etapa que los estudios Ealing se volvieron famosos por sus comedias sarcásticas e inusuales. Cuando a finales de los cincuenta Ealing no pudo mantener su calidad y los problemas financieros fueron un tema intratable, muchos de estos grandes directores tuvieron que emigrar, y para asegurar su trabajo de realizadores se vieron en la necesidad de anclar en Estados Unidos y lidiar, en su mayoría de casos, en estudios independientes. Mackendrick, alguien nunca acostumbrado a todos los detalles que involucraban a los estudios, se vio ante la difícil tarea de enfrentarse a todo ello, encontrando insatisfacción en dirigir y perdiendo proyectos debido a su incapacidad de resolver problemas puramente formales. Paulatinamente se fue alejando del cine por la televisión para finalmente dedicarse al profesorado.





La película, además del increíble guión de Clifford Odets, Ernest Lehman y Mackendrick, se encuentra dominada por sus grandes actuaciones y el buen reparto. El Dulce Aroma del Éxito está encabezada por un inmenso Lancaster y Curtis. Burst Lancaster una vez más nos ofrece una actuación perfecta. Bajo la piel del desalmado J. J. Hunsecker, Lancaster nos otorga un frío acercamiento hacia un ser de creencias fuertes e inapelables, cuyo interés se ve centrado en su persona y como puede dominar todo aquello que le rodea. Junto a él, Curtis nos ofrece su redención de Sidney Falco, un escurridizo agente de prensa que se va convirtiendo en lo que más odia pero que a la vez anhela. Alejado de las usuales comedias, Curtis es un natural en el drama y en esta suerte de antihéroe/villano es exquisito. A ellos se acoplan el genial cuerpo de actores secundarios que enlazan los detalles con brillantez. Su participación solamente refuerza la atmósfera enrarecida del filme creando personajes redondos y provocando historias efímeras que asientan aún más el vigor de la película.





El Dulce Aroma del Éxito fue basada en la vida de Walter Winchell, un periodista de mala reputación debido a sus excesos y la insistencia de ensuciar el nombre de personajes que los creyera rivales políticos o sociales. La película además de no ser popular en su momento, tuvo muchos problemas en su concepción, desde una autoría muy libre en el guión, siendo Clifford Odets quien trabajó con el producto terminado y quien transformaría todo desde cero. A ello, los problemas de Mackendrick con los productores, quienes ya habían cancelado su primer filme y con los cuales era difícil de armonizar solamente añadían más tensión. Lancaster tampoco fue un actor, y productor a la vez, con el cual se podía llegar a muchos acuerdos. La pobre recepción de la película, a pesar que algunos críticos la alabaron, solamente empeoraron estos temas, haciendo que El Dulce Aroma del Éxito perdiera su brillo inicial. Debido a su fotografía y a su escenografía en Nueva York la película se ha convertido también en una propuesta cultural denotando todos los lugares antiguos de la ciudad y su cambio durante los años.





Datos.

Título Original: Sweet Smell of Success
Dirección: Alexander Mackendrick
Año: 1957
País: Estados Unidos
Intérpretes: Burt Lancaster, Tony Curtis, Susan Harrison, Martin Milner, Sam Levene, Chico Hamilton, Emile Meyer, Barbara Nichols, Jeff Donell, Joe Frisco, Edith Atwater
Duración: 96 min.