lunes, 23 de octubre de 2017


RÍO ESCONDIDO



Intro.

Dentro de las fuerzas que mueven nuestras vidas, existe la manera de gobernar que oculta los nombres y cuyos lugares se pierden el el polvo de la memoria. Entender cómo hemos llegado a esto es un simple acto de inconciencia creado por las generaciones y antes que podamos llegar a entenderlo hemos sido arrastrados por la ola de nuestra creciente ancianidad.






Cuerpo.

Emilio Fernández. María Félix. Hay ciertas combinaciones en el mundo del cine que no se dan muy a menudo pero que representan lo mejor de sus participantes. Es cierto que tanto el director como la actriz han tenido otras colaboraciones de gran relieve y que han cimentado sus propias leyendas, pero el inevitable encuentro entre ambos (dejando cinco producciones), nos dio el gusto de ver a la más grande actriz del cine mexicano con uno de los más grandes directores de este país. Un encuentro previo se había dado en la clásica e impresionante Enamorada y un año después nos sorprenderían con una entrega menos íntima y más social, siendo una película clave de la época de oro mexicano.





Para 1947, María Félix ya se había destacado en varios largometrajes y su imagen de mujer de carácter, tanto dentro como fuera de la pantalla, ya se estaba cimentando. Su papel en Doña Bárbara (1943) había logrado captar la atención popular y eso solo sería el comienzo. La Doña, como sería conocida durante toda su carrera, cautivaría los ojos de México y sería el centro de la época dorada del cine mexicano. Pero su despliegue internacional sería de la mano de El Indio Fernández, quien gracias a tres papeles relevantes pondría a María Félix en boca de todos. Su extraordinaria belleza se vería resaltada en Enamorada (1946), Río Escondido (1947) y Maclovia (1948). A través de múltiple entregas en su país, Hollywood y Europa, María Félix sería una de las bellezas de la pantalla grande pero destacaba más aún por su papel de mujer fiera y decidida que siempre imprimió en pantalla y en su vida.





Por su parte, Emilio Fernández sería también una de las grandes figuras de la época dorada del cine mexicano. Desde sus primeros inicios en Estados Unidos debido a un exilio, la influencia de Eisenstein y su deseo de hace cine, Emilio Fernández encontraría rápidamente su forma particular de hacer cine y eso comenzaría con Flor Silvestre (1943). Ya sea a partir de Gabriel Figueroa, Dolores del Río, Pedro Armendariz, Columba Domínguez o María Félix, entre otros, el director azteca logró imprimir una fuerza y una fotografía muy particular en sus obras, creando dramas poderosos e irrepetibles. La estética de los filmes de El Indio lo harían un director único en una época única, algo que se vería también reforzado al no poder reeditar sus triunfos de los años cuarenta y cincuenta.






La película tiene una fuerza social inigualable, comenzando con un sentido patriótico que revela la fuerza del tiempo y sus héroes. Este homenaje a su país se vería acompañado de una feroz realidad en donde la protagonista debe luchar en contra de todos los obstáculos en un lugar lejano donde hasta la esperanza parece haber muerto. Junto a la estética de las imágenes se encuentra la increíble presencia de María Félix, cuyos close-ups están enmarcados por la fiereza de un rostro incólume, cuyo dramatismo nos demuestra todo el talento de La Doña. Río Escondido también nos muestra a Carlos López Moctezuma en el papel del vil y nauseabundo Regino Sandoval, dando la talla en esta producción. Además en roles menores tenemos a Domingo Soler, Fernando Fernández y a la hermosísima Columba Domínguez, quien en pocos minutos imprime la imagen de esa alma perdida debido a un contexto catastrófico.





Siendo dos figuras representante de esta época y de su país, Emilio Fernández y María Félix lograrían captar ese nacionalismo inherente en estas producciones, algo aprendido por el director gracias a su intervención en la revolución mexicana, así como las grandes influencias en su tiempo en Hollywood para crear guiones. El Indio había entendido que la historia debía ser importante para ser contada y la mejor forma era mostrar una humanidad palpante que pudiera calar en cualquier ambiente. A través de ese conducto colocaría a actores de inmensas capacidades que podrían brillar a través de su mano y al mismo tiempo darle un toque personal a sus interpretaciones.






Datos.

Título Original: Río Escondido
Dirección: Emilio Fernández
Año: 1947
País: México
Intérpretes: María Félix, Carlos López Moctezuma, Fernando Fernández, Columba Domínguez, Roberto Cañedo, Domingo Soler, Agustín Isunza, Manuel Dondé, Eduardo Arozamena, Arturo Soto Rangel
Duración: 110 min.


domingo, 22 de octubre de 2017


RICARDO III



Intro.

La venganza está en el aire. Entre la caída de los telones y los múltiples monólogos alguien se acerca y muy próximos a nuestros oídos nos hace entender que la manipulación es parte de todos los ambientes.





Cuerpo.

Laurence Olivier es considerado uno de los más grandes actores ingleses de todos los tiempos. Su tratamiento en cuanto a sus capacidades artísticas e interpretativas se despliega en el cine, el teatro y la televisión, así como su necesidad de contar historias detrás de cámaras y telones. Olivier es un actor respetado y denotado que supo combinar sus habilidades tanto para dramas y comedias. Uno de sus proyectos más ambiciosos y queridos en la pantalla grande era la interpretación de los dramas shakespeareanos, de los cuales lograría una inmensa fuerza y desarrollo.




Olivier lograría crear una trilogía interesante con respecto al dramaturgo inglés: Enrique V (1944), Hamlet (1948) y Ricardo III (1955). Si bien la intención primaria no era concentrarse en la dirección, el proyecto que comenzaría con Enrique V demostraría una fuente muy popular para Olivier, quien tomaría las clásicas obras bajo una nueva visión, lo cual se probaría al lograr un público novedoso por reinterpretaciones teatrales. Pero la suerte sería dispareja en cuanto a estos tres filmes. Comenzaría con un interés inicial debido a la perspectiva original de Olivier en 1944, llegando a un punto cumbre con Hamlet pero decayendo con su entrega de Ricardo III, lo que terminaría con cerrar mayores proyectos sobre Shakespeare. Paradójicamente, esta última entrega se convertiría con el tiempo en el mejor esfuerzo de Olivier en este específico rubro.




La película cuenta con algunos de los actores británicos más reconocidos del teatro y de las interpretaciones shakespeareanas. El importante trío que acompaña a Olivier responde a los nombres de Cedric Hardwicke, John Gielgud y Ralph Richardson. La capacidad de estos grandes actores elevaría la propuesta inicial, reconociendo el valor que estos actores le colocaban a la producción. El talento de ellos se vería acompañado de otros actores principales y secundarios que serían futuras estrellas en su país e internacionalmente. La más destacada sin duda es Claire Bloom, quien comenzaría bastante joven en el teatro llegando a tener una fama connotada en el cine gracias a Charles Chaplin. A ellos se les unirían actores británicos de renombre como Helen Haye, Stanley Baker, Mary Kerridge, Clive Morton, entre otros.




Pero uno de los puntos más importantes del filme corre a cargo de su productor, guionista, director y actor. Laurence Olivier logra encarnar a Ricardo III con una muestra de ironía y solvencia, así como el recuerdo constante de su deformidad de una manera elegante e hipnotizante. No solamente por una cuestión del guion pero por el manejo de Olivier para acercarse a este personaje es que logra imprimir la fuerza que motiva todo este proyecto. Durante toda su carrera, Olivier recibiría muchos palmares, haciendo casi imposible encasillarlo en un solo rol, en una sola función o en un solo medio. Su amor por el arte lo mostraba multifacético, haciendo gala de sus aptitudes para aceptar cualquier reto. Sin duda alguna, Olivier es uno de los grandes actores de todas las épocas.






Ricardo III tendría una buena recepción de la crítica pero no el éxito, como había sucedido con Hamlet. Esto le quitó la oportunidad de desarrollar futuros proyectos, sobre todo la propuesta para Macbeth, la cual no encontraría fondos. Aun así, la película se transformaría con el tiempo en una muestra de culto, colocándola como la mejor interpretación de Olivier en un personaje de Shakespeare (sería nominado al Oscar y ganaría el Bafta, entre otros premios) y uno de sus mejores esfuerzos en la dirección. Olivier estaría ligado a Shakespeare durante toda su vida, tanto en el teatro, el cine y la televisión.





Datos.

Título Original: Richard III
Dirección: Laurence Olivier
Año: 1955
País: Reino Unido
Intérpretes: Laurence Olivier, Cedric Hardwicke, John Gielgud, Ralph Richardson, Claire Bloom, Mary Kerridge, Paul Huson, Helen Haye, Clive Morton, Laurence Naismith, Norman Wooland, Stanley Baker
Duración: 161 min.


viernes, 22 de septiembre de 2017


UNA CABAÑA EN DARTMOOR



Intro.

El amor se torna en obsesión cuando no podemos entender nuestro contexto que nos señala que no todos vivimos para todos. Y de repente, una mirada no es la inocencia de pétalos cayendo, no es un mundo girando armónicamente… es un mundo lleno de enfermedades y simplemente estamos escogiendo con cuál queremos quedarnos. Todo en silencio. Todo en blanco y negro. Y sonidos.





Cuerpo.

Uno de los directores más representativos de Inglaterra responde al nombre de Anthony Asquith. Este creador británico logró hacerse de una gran popularidad durante la etapa hablada gracias a ciertas comedias y algunos dramas típicos ingleses, diferenciando así de sus pares en Estados Unidos y logrando una gran aceptación, lo que lo llevaría a producir películas con las grandes estrellas de Hollywood a finales de los años cincuenta. Parte de su éxito se debe a una asociación particular con el escritor Terence Rattigan y con el productor Anatole de Grunwald. Si bien es conocido internacionalmente a partir de los finales de los años treinta, sobre todo con Pigmalion de 1938, Asquith empezaría su fama en la etapa muda.




Asquith tenía una visión muy particular sobre el cine mudo, en donde solamente dirigiría cuatro filmes pero en esta pequeña etapa de finales de los años veinte fue escalando su posición como director. De una visión artística muy particular, su asociación con el cine aún se discute, pero dentro de su gusto por el cine silente logra alcanzar una primera etapa de fama con la última de estas producciones: Una cabaña en Dartmoor de 1929.




La película nos muestra un trío particular de actores, los cuales tuvieron una carrera más representativa en el cine mudo. La actriz principal, la inglesa Norah Baring se destacó en algunas entregas de Asquith, siendo esta su más conocida, y algunas otras colaboraciones con directores de la talla de Molander o Dupont, siendo recordada por su participación en la película muda Asesinato de Alfred Hitchcock. Por su parte, Uno Henning, un actor sueco de carácter se encontraba más apegado al teatro que al cine, siendo esta su única producción inglesa. Por último, Hans Adalbert Schlettow fue un actor de buen recorrido hasta entrados los años cuarenta, teniendo participaciones destacadas para directores como Asquith, Lang, entre otros. Esta también sería su única producción inglesa.




Una cabaña en Dartmoor es una muestra de la habilidad y experimentación de Asquith sobre como manejar una historia llena de intriga. Contada en flashback, el filme nos presenta un triángulo amoroso devenido en obsesión y fatalidad. El tratamiento sobre las relaciones humanas para lo que es el cine mudo, algo ya demostrado en entregas como Underground, busca configurar el tono escalante de la historia. El encuentro casual, las rápidas asociaciones, el desentendimiento, la ira y la pérdida de cierto toque con la realidad solamente demuestran lo que después Asquith transformaría de mejor manera en la etapa hablada. El director sería conocido por su especial tratamiento con los actores, a los cuales sabía moldear buscando así su mejor performance.





Datos.

Título Original: A Cottage on Dartmoor
Dirección: Anthony Asquith
Año: 1929
País: Reino Unido
Intérpretes: Norah Baring, Uno Henning, Hans Adalbert Schlettow
Duración: 77 min.


sábado, 5 de agosto de 2017


LA HUELGA



Intro.

La lucha del trabajador es constante. La necesidad de llevar el pan a la casa y poder mantener a una familia se hace cada vez más angustiante. ¿Qué se puede pedir del hombre que trabaja y su esfuerzo es equivalente a unas ridículas monedas? ¿Cómo puede ese hombre levantarse del fango?






Cuerpo.

El experimental Sergei Eisenstein fue un teórico del cine y buscó impulsar sus tratamientos sobre el montaje y el cine en cada una de sus entregas. La magnificencia de Eisenstein a través de filmes como El Acorozado Potemkin, Alexander Nevsky o las dos partes de Iván el Terrible son solamente ejemplos de un gran director exaltando el sétimo arte, al mismo tiempo que debía combatir con las rigurosidades de la política soviética de esos tiempos. La Huelga es el comienzo de sus largometrajes y el difícil camino de sobrellevar la censura en su país, al mismo tiempo que creaba obras irrepetibles e influyentes.




En su juventud, Eisenstein tendría diversas influencias, sobre todo del teatro y de la cultura japonesa. El director soviético utiliza todas estas formas artísticas para poder incursionar en el ambiente fílmico de su país y para demostrar ciertas teorías, que para ese tiempo escribía como ensayos en algunas publicaciones. Envuelto en el teatro, su primer intento en el cine sería el cortometraje El Diario de Glumov, de 1923, marcando su transición del cine al teatro. A partir de ello también comenzaría su asociación con diferentes personalidades del cine soviético y una mayor comprensión con las autoridades.




Debido a la asociación del cine soviético con la propaganda política, los directores componían sus obras a partir de los lindes revolucionarios y valiéndose de ello, Eisenstein lograría su propio estilo, al aplicar sus teorías y “cumplir” con el deseo de mostrar una Unión Soviética unida a través del proletariado. 1925 sería un año especial para el realizador, ya que no solamente sería la presentación de su primer largometraje, sino también los que muchos consideran su obra maestra, El Acorazado Potemkin. Dos años después crearía Octubre y su reconocimiento internacional no se haría esperar.




La Huelga nos presenta la lucha del trabajador contra los poderes que lo suprimen. No faltó de problemáticas, la obra quería mostrar una serie de filmes sobre el proletariado, pero quedaría en una sola entrega. El filme estaría dividido en seis partes en donde rápidamente se nos muestra las condiciones laborales en una fábrica, lo que llevará a la huelga de los bolcheviques y su consiguiente supresión. Una de las primeras reglas que Eisenstein imprimiría sería mostrar al grupo y no al individuo, promoviendo de esta manera la idea del proletariado y creando una imagen universal sobre la situación del obrero.




En La Huelga también veremos sus ideas de montaje, en donde utiliza imágenes diferenciadas pero asociadas según la situación, algo que también comienza a trabajar en la edición. Imágenes de animales, objetos resaltados según los momentos y un uso particular de la velocidad de las tomas cuando se trata del incendio o de la lucha final. La visión de Eisenstein sería aprobada y recompensada con la creación de su siguiente proyecto, lo cual le permitiría la mayor exposición de sus ideas del montaje, vanagloriadas y reconocidas por los grandes creadores y críticos del sétimo arte. Mediados de los años veinte es un momento clave para el cine soviético. La represión permitió a los creadores a buscar maneras de presentar sus obras sabiendo luchar con una situación política complicada, pero al final terminaría costándoles su libertad o sus diferentes expresiones artísticas. Eisenstein, Dziga Vertov, Alexander Dovzhenko, Vsevolod Pudovkin, Yakov Protazanov, entre otros, fueron sus grandes representantes pero en muchos casos las obras terminarían cortadas, mutiladas o censuradas, lo cual llevaría muchos años antes del reconocimiento internacional.





Datos.

Título Original: Stachka
Dirección: Sergei Eisenstein
Año: 1925
País: Unión Soviética
Intérpretes: Maksim Shtraukh, Grigori Aleksandrov, Mikhail Gomorov, I. Ivanov, Ivan Klyukvin, Aleksandr Antonov, Yudif Glizer
Duración: 82 min.