lunes, 22 de marzo de 2010


LAS NOCHES BLANCAS




Intro.

Alguien es un extraño en la ciudad. Alguien en un ser cohibido que no puede penetrar su contexto… porque todo le da miedo. Entre movimientos y sucesos el rostro de una mujer se erige como el único significado claro de nuestras voces. Podemos sentir una vez más el latir de nuestro corazón y nuestro rostro es más amable, olvidando así cualquier afrenta antes sufrida. Ahora estamos una vez más conducidos por un sentimiento superior a nosotros y esta vez podemos ver la ciudad, como si fuera por primera vez, con nuestros pasos cobrando un real sentido. En esta nueva etapa de nuestras vidas obviamos preguntas y nos dejamos llevar por ese pequeño instinto humano que nos dice que si eres feliz simplemente déjate llevar, prolonga este sentir hasta más no poder porque la experiencia será el digno regalo de una vida que pasa desapercibida por todos los caminos… y que en algún momento volverá a su estático devenir.


Cuerpo.

Uno de los más grandes directores italianos, Luchino Visconti fue un meticuloso incesante cuyas más grandes obras son ejemplos de su conocida rigurosidad y ese temple que lo colocaría en un sitial único dentro del neorrealismo italiano. Un gran amante de la ópera y del teatro, Visconti también se desarrolló como director en ambos ámbitos y en diversas películas ese amor por el baile y el dramatismo fue ejemplo de su particular visión. A Visconti se le adjudicó la creación de la primera película neorrealista (Obsesión en 1943, basada en la novela El Cartero Llama Dos Veces) y sus lazos con el movimiento quedarían enmarcados tanto por los ejemplos explícitos como por sus intentos de salirse de la misma, en una manera de no encasillarse y de demostrar un estilo único y verdadero.




Las Noches Blancas es un curioso ejercicio de Visconti en donde las nociones neorrealistas parecen dejadas de lado y donde múltiples influencias y técnicas no habituales en él se manifiestan como principales cartas de la película. Las Noches Blancas es tomada del cuento homónimo de Dostoievsky. A diferencia de otras entregas la totalidad de la película es filmada en estudio y toda la escenografía no recrea realidad sino ese efecto fantástico de sentirse en un lugar que no se encuentra en ningún lugar, dando así la apertura para la temática romántica y de ensueño. Así mismo, Visconti propone una adaptación del cuento ruso a una italiana de épocas más recientes en donde inclusive podemos tener pincelazos de rock’n’roll. Estos factores son la clara muestra de un Visconti planteando un escenario íntegramente novedoso, cuya fuerza también recae en las magnéticas actuaciones de sus tres principales estrellas.




Marcello Mastroianni, cuya capacidad actoral lo encuentra ahora en un ser sumiso, cumple su papel a cabalidad, siendo así una parte más de la escenografía y de la idea de Visconti. Sus taciturnas caminatas y su apacible sencillez lo hacen el outsider por excelencia. Sin ser todavía la estrella en que se convertiría, Las Noches Blancas puede ser señalada como una de sus primeras apariciones de real importancia junto a Los Desconocidos de Siempre (1958). En un rol secundario se encuentra uno de los actores franceses más emblemáticos y atractivos de su generación, Jean Marais, generando así bastante expectativa en cada una de sus apariciones. En la película de Visconti también juega un rol que concentra la idea principal del director para con la película, asegurando así su presencia fantasmal como un recurso determinante. La actriz y musa de la película recae en manos de la alemana Maria Schell. La actuación de Schell es parte del mundo de ensueño de Las Noches Blancas, pero a diferencia de sus coprotagonistas, la actriz alemana florece en tonos tragicómicos y delirios controlados. Todo el personaje parece denigrar cada aspecto estático de la película. Su excesiva felicidad y sus rasgos de dolor interminable son extremidades que la actriz alemana logra forzar y transportar a dimensiones que hacen de toda su concepción un personaje rico en profundidad. La sonrisa de Schell es razón suficiente para amar a este personaje.




Las Noches Blancas es una excursión en el romanticismo. Una mujer enamorada y un hombre ilusionado son parte de una historia que comienza mucho antes del primer encuentro de nuestros protagonistas y que incluye una suerte de encuentros furtivos, dedicados y fructíferos. El ambiente y el contexto recreados por su director son parte de este divina entrega de amor y desilusión, ambas temáticas necesarias para hacer un idilio perfecto y para mantener una tensión ilusoria, tal y cual es la configuración de cada uno de los elementos del filme. Y si dentro de todos estos elementos tenemos puntos excesivos de sentimentalismo, tenemos un moderador como Visconti que logra romper con cada exceso: su excelente mano propone a sus protagonistas una actuación digna de una obra tan calibrada.



Datos.

Título Original: Le Notti Bianche
Dirección: Luchino Visconti
Año: 1957
País: Italia
Intérpretes: Marcello Mastroianni, Maria Schell, Jean Marais, Marcella Rovena, Maria Zanoli
Duración: 97 min.

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