Intro.
Un ser humano vive bajo las reglas que le dictan su humanidad. Un ser humano muere bajo estas reglas. Su paso por el mundo dicta cuidadosamente su conducción a través de sus propios parámetros. A veces es mucho más complejo seguir pequeñas palabras que grandes actos. A veces palabras en nuestras espaldas nos impiden abandonar el suelo porque a veces, solamente a veces simples palabras son las voces que nos guiarán a cada uno de nuestros destinos.
Cuando cometamos los errores que nuestros padres nos han advertido, entenderemos de una manera más precisa todas aquellas palabras y todos aquellos actos que tanto hemos cuestionado en el pasado. Ser hombres y mujeres bajo nuestros propios dictámenes es entender de sacrificios y morir en una ley que nos dignifique como seres humanos porque siempre estamos pensando en dignificar a aquellos que nos rodean.
Un ser humano vive bajo las reglas que le dictan su humanidad. Un ser humano muere bajo estas reglas. Su paso por el mundo dicta cuidadosamente su conducción a través de sus propios parámetros. A veces es mucho más complejo seguir pequeñas palabras que grandes actos. A veces palabras en nuestras espaldas nos impiden abandonar el suelo porque a veces, solamente a veces simples palabras son las voces que nos guiarán a cada uno de nuestros destinos.
Cuando cometamos los errores que nuestros padres nos han advertido, entenderemos de una manera más precisa todas aquellas palabras y todos aquellos actos que tanto hemos cuestionado en el pasado. Ser hombres y mujeres bajo nuestros propios dictámenes es entender de sacrificios y morir en una ley que nos dignifique como seres humanos porque siempre estamos pensando en dignificar a aquellos que nos rodean.
Cuerpo.
El Intendente Sansho es una de las grandes películas del cine japonés y una de las más grandes obras poéticas que el cine nos ha podido dar. Kenji Mizoguchi es un maestro indiscutible del cine mundial y sus películas tienen la habilidad de mantenerse en el imaginario del público. El director japonés reconoce el molde para hacer sus proyectos a partir de su propia vida como ejemplo de las condiciones sociales japonesas y en particular, de la condición de la mujer como el ser subyugado que se debate entre el continuo sufrimiento y el eterno sacrificio. Según sus propias palabras y su experiencia, el director puede penetrar dentro del mundo de las mujeres debido a las relaciones que ha sostenido con ellas. Así, Mizoguchi es el arquitecto perfecto, cuya mano no tiembla en mantener sus ideales poéticos dentro de una realidad tan caótica como la del ser humano.
El Intendente Sansho es una de las grandes películas del cine japonés y una de las más grandes obras poéticas que el cine nos ha podido dar. Kenji Mizoguchi es un maestro indiscutible del cine mundial y sus películas tienen la habilidad de mantenerse en el imaginario del público. El director japonés reconoce el molde para hacer sus proyectos a partir de su propia vida como ejemplo de las condiciones sociales japonesas y en particular, de la condición de la mujer como el ser subyugado que se debate entre el continuo sufrimiento y el eterno sacrificio. Según sus propias palabras y su experiencia, el director puede penetrar dentro del mundo de las mujeres debido a las relaciones que ha sostenido con ellas. Así, Mizoguchi es el arquitecto perfecto, cuya mano no tiembla en mantener sus ideales poéticos dentro de una realidad tan caótica como la del ser humano.
El Intendente Sansho forma parte de un especial conjunto de películas de Mizoguchi. Es su tercera película en ganar en el Festival de Venecia de manera consecutiva, junto a Ugetsu y La Vida de O-Haru. Este hecho sin precedentes convirtió a Mizoguchi en uno de los grandes representantes del cine japonés, al lado del eterno Akira Kurosawa y el apacible Yasujiro Ozu. Estas tres fundamentales películas para todo amante del cine pavimentan la grandeza de un director que logra su cometido: hacernos avergonzarnos de nuestra condición humana, al mismo tiempo que la enaltece porque nos dice que somos tan crueles y tan justos como queremos ser. Esta relación de opuestos está tratada en la armonía de un realizador incansable cuya fuerza es tener de fuente un mensaje que se despliegue, se transforme y se fortalezca durante toda la película.
Como un recuerdo de nuestros antecesores, Mizoguchi nos mantiene latentes con una historia incesante y con palabras en apariencia simple pero con una poderosa consigna. “Sin piedad el hombre es como una bestia.” Basado en la historia escrita por Mori Ogai y que lleva el mismo nombre, Mizoguchi da un enfoque diferente a El Intendente Sansho. Paulatinamente el director japonés pone en un segundo plano el personaje del intendente para concentrarse en la historia de una familia, esencialmente en la vida de los dos niños. La película también se muestra como un reto en cuanto a su cinematografía. El colaborador en este campo sería Kazuo Miyagawa recreando largas tomas de gran belleza, que requerían horas de paciencia y rigurosidad. En muchos pasajes de la película los actores debían repetir las escenas a pesar de las inclemencias del clima.
Mizoguchi sufriría las tempestades de un Japón que no lo vería como un gran realizador en su momento, pero sería recompensado en Europa con sus galardones y su apreciación por los directores franceses de la nouvelle vague. La gran fuerza de difusión en Europa permitiría una evaluación por parte de críticos y una mejor lectura del director en su propio país. A ello también se le sumó la consideración de otros grandes directores como Welles, Kurosawa y Tarkovsky. Así Mizoguchi sería reestablecido como uno de los más grandes maestros del séptimo arte.
Datos.
Título Original: Sansho Dayu
Dirección: Kenji Mizoguchi
Año: 1954
País: Japón
Intérpretes: Kinuyo Tanaka, Yoshiaki Hanayagi, Kyoko Kagawa, Eitaro Shindo, Ichiro Sugai, Ken Mitsuda
Duración: 124 min.
Título Original: Sansho Dayu
Dirección: Kenji Mizoguchi
Año: 1954
País: Japón
Intérpretes: Kinuyo Tanaka, Yoshiaki Hanayagi, Kyoko Kagawa, Eitaro Shindo, Ichiro Sugai, Ken Mitsuda
Duración: 124 min.
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